del más exquisito lujo.
Sin embargo, lejos de dedicarse a gastar enormes sumas de dinero en fiestas y en mantener a favoritas, eligió para su disfrute personal un pequeño taller de cerrajería donde aprender el humilde oficio de cerrajero. En él pasó los más agradables momentos de su vida.
El monarca había crecido entre cerraduras. Los palacios en los que habitó desde su niñez incorporaban muchas, para mantener el secretismo de la corte. Raras veces se hallaba abierta una puerta. Se dice que Gamain, un sencillo artesano, le enseñó la técnica. Todavía se conservan en Versalles trabajos suyos que dan testimonio de su exquisita técnica
y habilidad en la fragua.
Lusi XVI se hallaba especialmente orgulloso de una caja de seguridad que él mismo diseñó y construyó. La empotró en la pared y la empleó para guardar sus documentos privados. A su muerte hizo falta la intervención del más hábil cerrajero de París para abrirla, debido a la complejidad de su mecanismo.
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