El inglés es un idioma necesario para ampliar nuestras salidas profesionales. Desde el primer curso de la educación primaria, durante la educación secundaria y en el bachillerato o en ciclos formativos de grado medio o superior y hasta en la universidad se imparte la materia obligatoria del inglés, pero muchos españoles a día de hoy cometen errores comunes en el nivel básico. Según han analizado en Abaenglish.com, estos errores radican en:
El español y el inglés, de familias lingüísticas distintas
El inglés no es una lengua romance, sino que es de origen germánico, por lo que cuenta con sonidos vocálicos que no tenemos. El sistema del español está compuesto por 5 vocales, mientras que en inglés hay más del doble de sonidos vocálicos. Este hecho nos deja más vulnerables que, por ejemplo, los portugueses. Nuestros vecinos parten con ventaja al contar con un sistema vocálico todavía más complejo que el anglosajón.
Traducciones al pie de la letra
El apasionante mundo de las malas traducciones del español al inglés, y viceversa, parece inagotable. Es importante saber que “once a day” no se traduce como “once veces al día”, o que cuando queremos destacar en inglés que algo “es la leche”, no debemos soltar “It’s the milk”.
Despiste de género
A los españoles nos entretiene ver cómo los ingleses sufren aprendiendo que “moto” es una palabra femenina, o que “planeta” es masculina, todo ello a pesar de sus terminaciones. Pero nosotros también nos encontramos con dificultades cuando tratamos de usar en inglés nuestro pronombre “su”, que se acaba desdoblando en “his”, “her” o “its”. Un apunte vital de acordarse si no queremos dar a entender que nuestra novia es un hombre, o que nuestro padre es en realidad una mujer.
La ortografía y la pronunciación caminan por lados distintos
El inglés parece carecer de reglas de ortografía y de pronunciación. En castellano, por ejemplo, la “a” siempre se pronuncia “a”, sin complicarnos la vida. En cambio, en el inglés la “a” puede sonar “a”, como en el caso de “Apple”, o “ey”, como en “ape”. Y si la vocal se combina con otra, la pronunciación se enreda todavía más.
Sílaba tónica
Algunas palabras que terminan con el sonido “el” se escriben “-el”, tales como “novel” o “cancel”, pero otras van con “-le” como “cable” o “little”. ¿A qué se debía todo esto? Muy sencillo. Las palabras que terminaban en “-el” tenían sílaba tónica aguda, es decir, al final. Pero el idioma ha ido evolucionando y su forma de escribir ya no refleja su pronunciación.
Arbitrariedad histórica
Muchos esfuerzos se hicieron en el pasado para estandarizar la forma de escribir el inglés. No obstante, en muchas ocasiones los académicos encargados de ello acabaron creando más caos del necesario. Por ejemplo, en el siglo XVI decidieron insertar una “b” en las palabras “dette” (deuda) y “doute” (duda) para así recordar mejor su raíz latina. Ahora las vemos escritas como “debt” y “doubt”, claro que ambas “b” son mudas.
Dos son compañía
En castellano los verbos cambian con el sujeto, por lo que no necesitamos mencionarlo. Así, podemos decir tranquilamente “jugó” y entender que se está hablando de la tercera persona del singular. Pero en el inglés, si decimos “play” podemos estar hablando de él, pero también de nosotros, de ellos… Por ello, en inglés es vital indicar siempre el sujeto si queremos que nos entiendan (excepto en oraciones imperativas).
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