Jaume Hidalgo: "El bosque está muy abandonado y hace falta mucha inversión con cabeza"

  • Jaume Hidalgo es coordinador del proyecto Selvans que intenta conservar los bosques centenarios impulsando su uso terapeútico.
  • En un estudio con treinta pacientes con fibromialgia se obtuvieron mejoras en la escala de dolor, en el bienestar y redujeron el insonmio.
  • "Se cortan todos los árboles grandes y es muy importante que se conforme una red de bosques maduros en nuestro paisaje forestal".
Pasear por los bosques centenarios tienen propiedades terapeúticas
Pasear por los bosques centenarios tienen propiedades terapeúticas
JAUME HIDALGO
Pasear por los bosques centenarios tienen propiedades terapeúticas

El ingeniero de montes Jaume Hidalgo es coordinador del proyecto Selvans: un intento de establecer un sistema para conservar los bosques maduros y fomentar su valor terapeútico. Los paseos por estos bosques centenarios tienen mejoras en la salud.

Seleccionaron a treinta mujeres con fibromialgia que, separadas en dos grupos, pasearon por un bosque joven y por uno con árboles centenarios. Las segundas fueron las que experimentaron un mayor grado de mejoría en sus dolencias. Y sin necesidad de medicinas. El objetivo del proyecto es llegar a un 5% o 10% de la superficie boscosa.

¿Se están tomando las suficientes medidas para conservar los bosques?

Por supuesto que no, sin lugar a dudas. Ahora mismo, el bosque está muy abandonado y hace falta muchísima inversión pero inversión muy consciente y no de cualquier forma. Siempre siguiendo una estrategia plurifuncional. El bosque es biomasa, biodiversidad... hay que estudiar en cada zona lo que conviene.

¿Cómo surgió la idea de utilizar los árboles con fines terapeúticos?

En el camino de encontrar mecanismos para valorizar e implicar a la gente con la conservación de los bosques, descubrimos lo que se había hecho en Japón y en Corea del Sur, donde ven a los bosques como catedrales con una calidad paisajística enorme, no son para cortar madera.

¿Cuáles son los objetivos concretos del programa tanto para beneficios a la salud como para conservación de los bosques?

Estos dos beneficios van muy ligados. La red de bosques maduros se conforma en todo el conjunto del territorio y algunos de estos son compatibles con esta utilidad terapeútica. En dichos bosques terapeúticos puede haber otros objetivos como mejorar la calidad paisajista, prevenir incendios, mejorar la logística... pero el objetivo común de estos rodales no es cortar madera. El proyecto quiere llegar a un 10% de la superficie boscosa, una cifra que puede convivir con la producción de leña, madera o corcho, para lo que habrá el 90% restante. Buscamos compatibilidad en el territorio.

Hay cierta controversia sobre la fibromialgia. Por ejemplo, el Instituto Nacional de la Salud no la reconoce como una enfermedad incapacitante. ¿Porque ha elegido esta enfermedad?

En el apartado médico vamos concertando con hospitales los estudios clínicos. Es el Hospital de Santa Catalina el que ha elegido esta patología por la oportunidad que se tenía en la población de Olot y porque precisamente es una afectación poco conocida. El proyecto tiene otros bloques: primero conseguir que estos bosques no se corten y lograr acuerdos con los propietarios. El segundo es implicar a los órganos gestores de los espacios naturales, a los equipamientos de salud y bienestar, a los ayuntamientos... El último  sería el desarrollar los contenidos de las actividades que se pueden llevar a cabo en estos bosques.

¿El proyecto podría aplicarse en pacientes de otras enfermedades? ¿Cuáles?

La idea es ir completando las patologías. Sin lugar a dudas se puede aplicar en otras enfermedades. Ahora estamos pensando en patologías de déficit de atención por hiperactividad o estrés. Hemos perdido el contacto con la naturaleza, ya no interactuamos con el medio donde nos desarrollamos como especie, y es muy importante. Esta falta de contacto la compensamos con estas visitas, como hacen en Japón y Estados Unidos, y eso sin duda puede generar un ahorro en la seguridad social que es el motivo por el cual se implementó en Japón.

Los sujetos del estudio pasearon por bosques jóvenes y bosques centenarios. ¿Porqué se hizo de esta forma? ¿Se apreciaron resultados diferentes?

Comparar bosques centenarios con bosques jóvenes tiene mucho sentido. Estos últimos son los más usuales en nuestro paisaje, son bosques recientemente crecidos, no muy densos, homogéneos, en un estadio inicial, no tienen complejidad ni diversidad... no hay árboles de 200 o 300 años con copas formadas y altas y que generen gran amplitud de espacio.

En el bosque maduro se dieron mejoras significativas en las escalas de valor del dolor, en el transcurso de las visitas mejoraba la escala, el bienestar era mejor y el insomnio era menor. Las personas que pasearon por el bosque joven también tuvieron mejora pero a partir de un punto las mejoras se estabilizaron y en el otro grupo, los progresos iban todavía creciendo en esos tres parámetros.

¿Piensa que pasear por otros entornos relajantes no sería igual de beneficioso?

Sin duda alguna, y en los ríos, las playas... todo lo que es contacto con la naturaleza y paisajes agradables, hacer una pausa en lo cotidiano, siempre es positivo. Lo que añade el proyecto es la vinculación con los bosques maduros porque estos estuvieron presentes en el entorno en el 99,9% de nuestra evolución.

Hay bosques que crecen plantados de forma artificial y otros que crecen de forma natural. ¿Han tenido en cuenta este factor?

Los beneficios no serán tan acusados en bosques artificiales o lineales. El elemento que lo hace diferente son los árboles grandes. Cuando tenemos un bosque relativamente joven o cuando los árboles pasan de un diámetro determinado, los cortamos y cuando pasan 20 años los volvemos a cortar y así sucesivamente. Esto provoca que siempre quitamos el interés aculumado. Es muy importante que se conforme una red de bosques maduros en nuestro paisaje forestal.

¿En qué bosques se ha realizado el proyecto?

Este primer estudio clínico se llevo a cabo en un bosque que está tocando Olot, se llama Can Serra. Pero tenemos muchos más bosques porque estamos cerrando fichas e itinerarios. Concretamente, este bosque es de una propiedad muy partida, una parte es minicipal y luego hay parcelas privadas. Sería mixto, en este caso.

¿Han encontado alguna oposición?

Todavía no hemos encontrado ni un solo propietario que rechace el proyecto sobre todo por el beneficio social que genera y porque nuestro proyecto trabaja en compensar al propietario por la tala. Cuando es necesario, se le indemniza por lo que esa parcela daría en madera a cambio de que no se corten los árboles.

¿Cómo cree que es el actual estado de conservación de los bosques?

Por una parte yo creo que es muy bueno que la superficie boscosa sea el doble de la que existía en los años cincuenta porque el bosque es muy beneficioso para muchísimas cosas, para luchar contra el cambio climático, para biodiversidad, etc. Lo que ocurre es que la gran mayoría de estos bosques son demasiado jóvenes, homogéneos, cerrados, y el riesgo de incendios forestales es altísimo. Entonces cuando hay un incendio, a veces se queman 40.000 hectáreas de golpe y eso es un desastre.

Hace falta aplicar una política plurifuncional, crear toda una red de espacios abiertos estrategicamente dispuesta para romper esa continuidad del combustible e ir diversificando cada tipología de función que tiene el bosque, que haya zonas destinadas a biomasa, otras para madera de calidad, prevención de incendios, bosques terapeúticos... Buscar un mosaico para aprovechar el conjunto de beneficios que da el bosque.

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