La sangre y el terror calaron de nuevo ayer en los iraquíes. Como en otras ocasiones, la masacre fue orquestada por suicidas al volante de coches bomba. La explosión más mortífera, en la que perdieron la vida 31 personas y resultaron heridas otras 35, ocurrió en Hawija, al sur de la rica ciudad petrolera de Kirkuk. El blanco, también repetido, fue un centro de reclutamiento del Ejército.
Una hora y media antes, otro coche bomba había detonado en Tikrit, ciudad natal de Sadam Husein, provocando 28 muertos y 57 heridos en un punto de encuentro de chiíes en busca de trabajo en la construcción. En Bagdad fueron cometidos al menos dos ataques similares, en los que perecieron ocho iraquíes. También estallaron dos bombas, que causaron heridas a 12 personas.
La masacre no hace sino constatar que los insurgentes buscan desestabilizar el Gobierno del kurdo Talabani. Desde su formación, hace dos semanas, han muerto ya unas 400 personas.
‘Operación Matador’
operación Matador. Los EE UU dicen haber matado a 100 insurgentes desde el sábado, y admiten 14 bajas.
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