"Howard, coge el teléfono yaaaaaaa", "Howard, cállate de una vez", "Veeeeeeete a clase". De la madre de Howard Wolowitz, uno de los protagonistas de la popular serie The Big Bang Theory, únicamente se conocía una voz áspera y temible que provenía de la habitación contigua, donde jamás pasaban las cámaras. Este miércoles, la noticia del fallecimiento de la actriz que la encarnaba, Carol Ann Susi, de 62 años, desvelaba al fin el rostro que estaba detrás de esa progenitora vociferante: una mujer miope de rizos morenos a la que se había podido ver (ahí, sí) en breves apariciones en Matrimonio con hijos o Seinfeld.
Como la señora Wolowitz, que participó en más de 30 entregas de la ficción de la CBS sin mostrar sus facciones, la televisión cuenta con otros casos de 'personajes fantasma' o 'personajes invisibles', un recurso narrativo proclive al humor.
Ya a finales de los 70, la producción Los Ángeles de Charlie triunfó en la pantalla sin que las tres detectives sobre las que giraba la serie o los televidentes conocieran la anatomía del famoso Charlie que se comunicaba con sus empleadas a través de un intercomunicador (en realidad, el actor John Forsythe). Y la serie Friends concluyo sus episodios antes que el vecino nudista, responsable de tres de las escenas más hilarantes de la ficción, enseñara algo más que la espalda o profiriera alguna reflexión distinta a un gruñido.
En la última década, la bloguera cotilla de Gossip Girl ha narrado y tuiteado todos los entresijos de la vida de los pijos de Upper East Side de Manhattan sin que se descubriera su identidad (la actriz Kristen Bell) y un poco antes, Wilson, el vecino de Un chapuzas en casa, presumía de cejas y sombrero, prácticamente lo único que se podía apreciar de él, siempre apostado tras una valla.
'Fastasmas' en la animación
También el mundo de la animación cuenta con sus personajes invisibles, aunque alguno ha dado la cara en los últimos años. Es el caso del malvado Dr. Gang y archienemigo del Inspector Gadget, que hasta 2008 no era más que una mano metálica y anillada que acariciaba un gato mientras tramaba la destrucción del mundo. Su adaptación al cine le regaló la apariencia del intérprete Rupert Everett. En cambio, los adultos que hacen acto de presencia en la adaptación televisiva de las tiras cómicas de Snoopy (o Carlitos), y a quienes solo se les escucha o se les ve los pies, mantienen el anonimato.
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