Venecia añora a Luisa Casati, la 'divina marquesa' excéntrica, liberada y primera mujer dandi

  • La excesiva mujer que conquistó con su deliciosa extravagancia a los intelectuales de principios del XX es homenajeada en una exposición en el Palazzo Fortuny.
  • 'Performer', vampiresa, 'femme fatale', megalómana, salvaje, sofisticada y extraña, Casati (1881-1957) fue admirada por D'Annunzio, Man Ray, Ignacio Zuloaga...
  • Murió arruinada en Londres, pero fue enterrada con un abrigo de leopardo, pestañas postizas y el cuerpo disecado de uno sus adorados pequineses.
  • La figura de Casati, que inspiró películas y novelas, ha sido utilizada como inspiración por Galliano, Lagerfeld y las actrices Greta Garbo y Tilda Swinton.
Luisa Casati posó para el modernista español Federico Beltrán Masses en 'La noche de Eva'
Luisa Casati posó para el modernista español Federico Beltrán Masses en 'La noche de Eva'
Barcellona, Colleciò Suñol
Luisa Casati posó para el modernista español Federico Beltrán Masses en 'La noche de Eva'

Si alguna mujer tiene el derecho de ser la primera dandi, un adjetivo que habitualmente se reserva a hombres, la identidad no admite discusión: Luisa Adele Rosa Maria Amman, mejor conocida como Luisa Marchesa Casati Stampa di Soncino, o para resumir, Luisa Casati (1881-1957), musa y mecenas de las vanguardias de las primeras décadas del siglo XX, extravagante, salvaje y, sobre todo, de fascinante magnetismo. La italiana, cuya huella en la creación artística es enorme y que, aún más importante, logró convertirse, como decía ella misma, en "una obra de arte viviente", es recordada en la exposición La divina marchesa (La divina marquesa).

La gran muestra, que toma el título del apelativo con el que nombró a Casati el escritor decadentista y amante de la marquesa Gabriele D'Annunzio, se celebra en el Palazzo Fortuny, uno de los museos públicos de Venecia, la ciudad que más amaba y en la que más tiempo residió la homenajeada, que en 1910 estableció su residencia en el cercano Palazzo Venier dei Leoni, hoy sede de la Peggy Guggenheim Colecction. Producida por la Fondazione Musei Civici di Venezia, la exposición es la primera dedicada a una figura clave en el ambiente artístico de su tiempo.

Una de las mujeres más ricas de Italia

Emblema de la modernidad y el avant-garde, transgresora, anticonvencional y liberada, Casati, nacida en Milán, era una de las mujeres más ricas de Italia desde que siendo adolescente quedó huérfana y recibió, junto su hermana, la herencia del padre, un austriaco que había sido nombrado conde por el rey Humberto I de Italia. Durante el resto de su vida, la millonaria se dedicó a vivir de la fortuna sucesoria, que gastó de un modo excéntrico y, en ocasiones, salvaje.

Casada en 1910 con un marqués con quien sólo vivió unos años, se convirtió en una celebridad de la alta sociedad europea durante tres décadas. Era hermosa, extravagante, le gustaba provocar, jugar a ser performer, femme fatale y vampiresa, pintarse en exceso, posar desnuda para artistas rompedores y vestir como una princesa de fantasía o un ser del futuro. Extraña y de carácter difícil, pero también irresistible y brillante, Casati fue una figura legendaria en todo el continente por las fiestas y montajes que organizaba allá donde fuera.

De la 'bele époque' a los años locos

La exposición, cuyo subtítulo es explicativo: Arte e vita de Luisa Casati, dalle belle époque agli anni folli (Arte y vida de Luisa Casati, de la 'belle époque' a los años locos), estará en cartel  hasta el 8 de marzo de 2015 y mostrará pinturas, esculturas, joyas, prendas de vestir y fotografías en el sin par enclave neogótico del palazzo que toma el nombre de quien fuera su último propietario, el artista y diseñador español Mariano Fortuny y Madrazo, modisto de las divas de comienzos de siglo y amigo personal de la marquesa.

Cautivadora aunque temperamental —sufría arrebatos de narcisismo, megalomanía y neurosis durante los cuales era difícil estar a su lado—, Casati fue pintada, retratada y amada por Boldini, Bakst, Marinetti, Balla, Man Ray, Van Dongen, Ignacio Zuloaga, Romain de Tirtoff (Erté), Cocteau, Cecil Beaton y casi todos los dadaístas y futuristas, en particular D'Annunzio, que se inspiró en su amante y musa para la protagonista de la novela Puede que sí, puede que no.

'La bella dama sin piedad'

Una de las primeras mujeres en dejarse retratar desnuda, en ocasiones con serpientes pitón rodeando su cuerpo, la mecenas de los artistas, a los que impulsaba, inspiraba y compraba obras, el catálogo de la exposición, editado por 24 ORE Cultura, resalta que Casati fue una "precursora del body art y la perfomance" al transformar su cara en el icono de la belle dame sans merci (la bella dama sin piedad), con sombras negras, pupilas dilatadas con la aplicación de gotas de belladona, labios escarlata y pelo rojo.

En la exposición, que se nutre de préstamos de colecciones públicas y privadas de varios países europeos y los EE UU, están todas las obras icónicas que representaron a la divina marquesa, desde las fotos de sus vestuarios futuristas hasta los cuadros de Giovani Boldini que la presentan como una vampiresa unos cuantos años antes de que el término fuese acuñado, pasando por sus encarnaciones de "ídolos de la perversión" como Salomé y César Borgia.

Una maja-bruja camino del aquelarre

Destacan también los desnudos perversos de Romaine Brooks con Casati esquelética y pálida, los cuadros neoabstractos de temática mitológica de Alberto Martini, el retrato de Zuloaga que presenta a la musa como una maja-bruja de camino a un aquelarre, las esculturas de bronce de de Paolo Troubetzkoy de la modelo con sus galgos y varios modelos de trajes de noche que firmó para ella Fortuny y Madrazo.

En el bestial óleo simbolista La noche de Eva del español Federico Beltrán Masses una serpiente hace el amor con la primera mujer de la creación, encarnada, claro está, por Casati. La exposición incluye un apartado sobre la huella de Casati, que ha inspirado colecciones de Karl Lagerfeld y John Galliano e inspirado novelas y películas con actrices como Greta Garbo y Tilda Swinton.

25 millones de dólares de deudas

Después de derrochar una de las fortunas más grandes de Europa sin arrepentirse, Luisa Casati tuvo que malvender todas sus posesiones en 1930 porque había acumulado una deuda de 25 millones de dólares. Se fue a Londres y vivió cerca de la indigencia hasta su muerte en 1957, a los 76 años. Sus amigos pagaron el funeral y los gastos.

La divina marquesa fue enterrada con un abrigo de piel de leopardo, pestañas postizas, la cara muy maquillada y en compañía del cuerpo disecado de uno de sus caniches. En la tumba inscribieron una frase de un drama de Shakespeare: "La edad no puede marchitarla, ni la costumbre hace rancia su infinita variedad". En la lápida escribieron mal el nombre de pila: pusieron Louisa en vez de Luisa.

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