Royal, la "fuerza tranquila" que promete "cambiar" Francia

  • Lleva dedicándose a la política desde 1982, y a los 38 años ya era ministra.
  • Denunció y ganó a su padre en los tribunales por no pagarle la universidad.
  • Para ganar tendrá que aunar a toda la izquierda y a gran parte del voto centrista.
Segolene Royal en Melle, tras conocer los resultados de la primera vuelta (REUTERS/Regis Duvignau)
Segolene Royal en Melle, tras conocer los resultados de la primera vuelta (REUTERS/Regis Duvignau)
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Segolene Royal en Melle, tras conocer los resultados de la primera vuelta (REUTERS/Regis Duvignau)

La socialista Ségolène Royal, que se define como la "candidata del cambio" y la "fuerza tranquila", pidió hoy a los franceses que el próximo 6 de mayo "escojan la audacia" de elegir por primera vez a una mujer para el Elíseo.

Primera mujer con posibilidades reales de ser la primera jefa de Estado de Francia, Royal, de 53 años, se enfrentará dentro de 15 días al conservador Nicolas Sarkozy en el duelo final por el Elíseo.

Nacida en Dakar -uno de los destinos de su padre, que fue coronel de artillería - el 22 de septiembre de 1953, Royal es una profesional de la política, a la que llegó en 1982 de la mano de Jacques Attali -uno de los principales consejeros del difunto ex presidente Francois Mitterrand.

Royal fue diputada a los 35 años y ministra, por primera vez, a los 38.

De hablar pausado y verbo cuidado, delgada y elegante, la compañera desde hace 27 años del primer secretario del PS, François Hollande, es enérgica y dicen que autoritaria.

Su tenacidad y sus reiterados llamamientos al "voto consciente" han surtido efecto y la han colocado en la recta final en la lucha por suceder a Jacques Chirac, quien ha pasado 12 años en el cargo.

Activando el voto útil Unos llamamientos que han logrado

movilizar en su favor a los muchos indecisos y activar el sentimiento de culpa que le quedó a la izquierda por no votar "útil" en la primera vuelta del 21 de abril del 2002, con el resultado de que el ultraderechista Jean-Marie Le Pen dejó al socialista Lionel Jospin en la cuneta.

Con apoyo del 25 por ciento de los votantes en la primera ronda, su reto ahora es aglutinar, además del apoyo ya garantizado de la mayoría de otros partidos de izquierdas, el voto clave de los siete millones de franceses que han respaldado al centrista François Bayrou. Sólo así podría ganar a Sarkozy, quien ha conseguido más del 30 por ciento.

Para Bayrou fue precisamente uno de los guiños de su alocución de esta noche electoral: Prometió ser "garante de Estado imparcial", asumió la responsabilidad de "la lucha del cambio para que Francia se levante" y dijo que el 6 de mayo será una fecha "clave" en la que tiende la mano a los que piensan que "el sistema ya no funciona".

La carta de género

Ha llegado el tiempo de las mujeres
Convencida de que "ha llegado el tiempo de las mujeres", Royal ha explotado a fondo durante esta campaña la carta de género, su faceta de madre de familia numerosa y ha tratado de seducir a los jóvenes y a los "más frágiles".

Desde que inició el año pasado su campaña, la sacerdotisa de la "democracia participativa" ha mantenido contra viento y marea su peculiar estilo político y
ha recorrido miles de kilómetros que la han llevado desde Oriente Medio a China pasando por Bruselas, Berlín, Madrid y Roma, así como por toda Francia.

Intuitiva y con gran capacidad de reacción, Royal supo tomar la delantera en la campaña al interesarse en los problemas del personal del grupo aeronáutico europeo Airbus y al romper el tabú que el uso de los símbolos nacionales, como cantar la Marsellesa (himno nacional) al final de un mitin, suponía para la izquierda.

Sin marcar la agenda de la campaña Durante la primera parte de la campaña, no supo o no pudo imponer sus propuestas sociales en el debate y se ha visto arrastrada por los vaivenes de la actualidad, al tiempo que crecían las dudas sobre su capacidad para ejercer la responsabilidad máxima del Estado.


Entre sus perlas destacó su alabanza a la "rapidez" de la justicia china, su desconocimiento sobre el números de submarinos nucleares franceses o decir que su opinión sobre la entrada de Turquía a la Unión Europea (UE) es "la de los franceses".

Defensora a ultranza de su "libertad", defiende
valores tradicionales de la derecha, como trabajo, orden y disciplina, así como el encuadramiento militar para los jóvenes delincuentes.

El gran éxito de esta hija de un teniente coronel de infantería, a quien
llevó a los tribunales -y ganó- por no pagarle la universidad, es haber transmitido la sensación a la opinión pública de ser una especie de bocanada de aire fresco en la política y de que se preocupa de las cosas de la vida cotidiana.
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