La zona, una de la más deprimidas de la capital, albergará 211 viviendas, de las que 148 son de protección oficial. El bloque aislado que preside el terreno estará rodeado dentro de poco de nuevas calles con bancos, farolas y arbolado, que mejorarán el entorno.
«Estamos muy contentos», afirma Encarnación Tovar, miembro de la asociación de vecinos de Cartuja, «porque los pisos van a dar al barrio una vista nueva y cambiará la imagen de la zona».
Larga espera
Los vecinos han tenido que esperar seis años a que las máquinas comiencen a funcionar. El Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de 2001 ya contemplaba esta actuación, pero los convenios con las distintas instituciones y la realización de los proyectos han retrasado el inicio de las obras.
La Madraza, una zona degradada, en continuo deterioro y convertida casi en basurero, será dentro de unos meses una de las áreas residenciales más modernas de la capital. «Y es que hacía falta», apostilla Encarnación Tovar.
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