Antes de que ardiera el edificio, yo ya estaba escribiendo la novela que, precisamente, iba a terminar con un incendio en una torre de oficinas. Lo sentí como una señal. Además, es curioso, pero hacia la página 75 había escrito que dos personajes quedaban para tomar un café en un bar al lado de la torre y pensé: aquí pasa algo.

¿Dónde estaba usted cuando ocurrió el incendio?

Yo, por aquella época, vivía en Cuatro Caminos y al salir del metro vi a lo lejos todo el incendio.

¿Cómo se documentó?

La verdad es que no pretendía ser periodista, esto es una novela. Hay una labor de investigación y otra de creación. Leí informes policiales, cuestiones judiciales, blogs y tuve la oportunidad de visitar la zona.

¿Cómo quedó el edificio?

Es muy llamativo. Te preguntas cómo es posible que algo tan importante, una representación del poder empresarial, se quede reducido a cascotes. Era como las películas bélicas cuando una ciudad ha sido arrasada...

¿Cree en conspiraciones?

Ésta es una historia de gente pequeña que se hace grande. No hay conspiraciones ni templarios. Sólo gente normal que no sabe para quién trabaja, con qué colabora...

Bio

Tiene 26 años. Vive entre Madrid y Zamora y su primera novela, La torre, toma como inspiración el fuego del Windsor.