El triple de mujeres que en 2006 van a terapia de grupo

Son ya 23 grupos de cordobesas, atendidas por psicólogos, que abordan problemas de género hablando de su situación en las sedes del Instituto Andaluz de la Mujer.
Garantizan la confidencialidad. Lo que allí se cuenta, allí se queda. Ésa es la regla de oro de la terapia de grupo. Y se cumple a rajatabla.Hace ahora un año, el Instituto Andaluz de la Mujer (IAM) puso en marcha en la provincia un servicio de asistencia psicológica a las mujeres a través de terapias de grupo.Actualmente hay formados 16 grupos en la provincia y 7 en la capital (dos de ellos son de acogida), donde este sistema funciona desde 2000. «La evaluación que hacemos del año es muy positiva», explica Mari Paz Gutiérrez, directora del IAM de Córdoba, «a cambio se ha multiplicado la demanda y, por tanto, el trabajo»

Los grupos de mujeres que, en muchos casos, terminan siendo grupos de amigas, no están exclusivamente dirigidos a víctimas de maltrato. «Están abiertos a mujeres que están en crisis o tienen lo que comúnmente llamaríamos un bajón», comenta Dolores Muñoz, una de las psicólogas del Instituto. Los grupos, no obstante, son catalizadores idóneos de situaciones de riesgo, en las que la mujer podría estar sufriendo algún tipo de violencia de género.

Antonio Agraz, un veterano psicólogo del IAM, explica que el aislamiento es una de las características de la violencia contra las mujeres. El agresor obliga a que la víctima vaya quedándose sola. «Las terapias rompen ese aislamiento y trabajan la independencia y la autoestima», añade Agraz.

Diluir la culpabilidad

Dolores y Antonio saben que las mujeres, al ver que otras están viviendo su misma situación, reaccionan. En los grupos se abren, cuentan su experiencia y así la culpabilidad se diluye. Aprenden, en suma, recursos sociales y psicológicos para enfrentarse a su vida y a sus problemas, sabiendo que al grupo siempre pueden volver.

Metamorfosis completa

En un principio, se pensó que en el medio rural habría cierta reticencia a formar grupos, porque muchas mujeres podrían conocerse previamente y sentir vergüenza o sentirse cohibidas precisamente por ese motivo. Eso finalmente no ha ocurrido y las terapias de grupo funcionan como relojes en los 16 pueblos donde hay Centros de la Mujer del IAM. «Hay un abismo entre la mujer que viene por primera vez a vernos y la que sale», explica Dolores. Del «me siento mal por venir a escondidas» al final, hay una auténtica metamorfosis.

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