Peritos afirman que la acusada del crimen de Charches tenía su voluntad "ligeramente mermada"

Los peritos que analizaron el estado psicológico de la mujer, de iniciales M.D.R.L., que está siendo juzgada en la Audiencia de Granada como acusada de asesinar con una escopeta de caza a su marido en la localidad de Charches, en El Valle del Zalabí, y ocultar el cadáver, han afirmado este miércoles que sus circunstancias, la infidelidad de su marido y el miedo a perderlo le llevaron a tener su voluntad "ligeramente mermada", aunque conocía las consecuencias de sus actos.
Acusada de asesinar a su marido en Charches
Acusada de asesinar a su marido en Charches
EUROPA PRESS
Acusada de asesinar a su marido en Charches

Los peritos que analizaron el estado psicológico de la mujer, de iniciales M.D.R.L., que está siendo juzgada en la Audiencia de Granada como acusada de asesinar con una escopeta de caza a su marido en la localidad de Charches, en El Valle del Zalabí, y ocultar el cadáver, han afirmado este miércoles que sus circunstancias, la infidelidad de su marido y el miedo a perderlo le llevaron a tener su voluntad "ligeramente mermada", aunque conocía las consecuencias de sus actos.

En la tercera sesión del juicio que se celebra con jurado desde este lunes, los expertos han indicado que la procesada no padece ningún tipo de patología mental, aunque sí presentaba, en el momento del análisis, unos cuatro meses después de los hechos, un trastorno ansioso-depresivo por el que tomaba medicación. La mujer presentaba además una "dependencia emocional" de su marido, con el que vivió un matrimonio "duro y estricto".

Esa dependencia, sumada a la infidelidad de su marido, el "machaqueo psicológico" al que él sometía a su mujer con que tenía una relación con otra mujer, y su rechazo pudieron llevar a la inculpada, según los peritos, a una situación en la que "prefería matarlo a perderlo". Así, según han indicado, la mujer tenía en el momento de matar a su marido su conciencia "parcialmente alterada", pero no tenía "socavadas" sus condiciones cognitivas y volitivas.

En principio, los peritos han descartado que la acusada pudiera "planificar" el crimen y han considerado que todo se precipitó en los últimos días, a consecuencias de varias discusiones y los "insultos" que le profería su marido. De hecho, según han indicado, ella pensó en algunas ocasiones en quitarse la vida, como consecuencia de las "humillaciones" y su estado de "dependencia".

"Pudo ser una venganza por toda una vida de padecimientos y sufrimientos, ella asumía todos los palos de su marido, pero no quería perder lo que ella más quería, que era él. Dice que fue víctima de malos tratos, y ella los aguantó, pero no podía soportar la idea de que se fuera con otra mujer", han sostenido.

"CELOS"

Asimismo, en la sesión de este miércoles también han comparecido como testigos algunos familiares y amigos de la víctima y la inculpada, que han confirmado los "celos" de ésta, principalmente cuando se enteró de que su esposo le era infiel. La hermana del fallecido ha indicado además que era la mujer la que "atacaba" a su esposo, y que llegó a abofetearle y agredirle físicamente en su presencia hasta en tres ocasiones.

Una amiga del matrimonio ha mantenido por su parte que la acusada le contó que su esposo le era infiel y que estaba "amargada" con ello, y que, a pesar de eso, rechazaba separarse de él porque "lo quería muchísimo". Fue a raíz de enterarse de esa infidelidad cuando ella empezó a estar "siempre encima de él", y tenía una "obsesión" por no dejarlo solo.

La cuñada de la inculpada, que es además vecina de la vivienda que la familia compartía, ha confirmado que sus discusiones eran constantes, y que la mujer le enseñó en una ocasión los hematomas que tenía por el cuerpo como consecuencia, según le dijo, de una agresión de su marido.

También han declarado los guardias civiles encargados de la investigación de lo sucedido, que han confirmado que la mujer confesó que había matado a su marido cuando se dio cuenta de que las sospechas se centraban en su entorno familiar y que había indicios de que se había cometido un crimen.

Así, aunque en un principio achacó los restos de sangre biológicos y de sangre que los agentes encontraron en su vehículo y en una caseta de aperos a un animal muerto, a un venado, finalmente confesó que la responsable de la desaparición de su marido había sido ella, y condujo a los investigadores al lugar donde había escondido el cadáver que, según los guardias civiles, habría sido "difícil de encontrar".

Disparos a menos de 50 CENTÍMETROS

Las peritas forenses que realizaron la autopsia han mantenido que el hombre murió de forma instantánea al recibir uno o dos disparos con una escopeta a menos de 50 centímetros de la cabeza, mientras se encontraba de espaldas a la persona que disparó, y han indicado que, además de las heridas mortales que le provocaron pérdida de masa encefálica, presentaba lesiones 'post mortem' compatibles con el arrastre del cuerpo con una cuerda.

El juicio continuará este jueves con las pruebas periciales psicológicas propuestas por la defensa, y está previsto que las partes personadas presenten sus conclusiones, con lo que el juicio podría quedar ya visto para veredicto el viernes.

La Fiscalía pide para la procesada una pena de 18 años y nueve meses de prisión, por un delito de asesinato y otro de tenencia ilícita de armas, con la circunstancia agravante de parentesco y la atenuante de confesión, además del pago de una indemnización a la madre del fallecido de 60.000 euros.

La acusación particular, que ejerce la familia del fallecido, eleva su petición a los 21 años de prisión, 20 años por un delito de asesinato y un año más por tenencia ilícita de armas; mientras que la defensa sostiene que actuó por "obcecación" y solicita que sea condenada a cuatro años por un delito de asesinato, aunque teniendo en cuenta que concurren en este caso, además de la agravante de parentesco, las atenuantes de confesión, anomalía o alteración psíquica y obcecación, y al pago de una indemnización de 30.000 euros.

Acusación de la fiscalía

Según la Fiscalía, esa noche del 12 de mayo del pasado año, después de pasar todo el día junto a su esposo y tras cenar juntos en la casa de su suegra, la mujer, "movida por los celos y con el firme propósito de acabar con la vida" del hombre "procedió a ejecutar un plan perfectamente trazado", consciente de la gravedad y de las consecuencias de lo que iba a hacer.

Al regresar a su domicilio cerca de la media noche, ambos se acostaron en la cama de matrimonio que compartían desde hacía años. La acusada esperó a que su marido estuviera "profundamente dormido" para llevar a cabo su plan. Así, "aprovechándose" de la situación "de su absoluta indefensión", siendo las 2,30 horas, sacó la escopeta de su escondite y, "actuando con sumo cuidado" para que él no la descubriera, le acercó el cañón a la cabeza y "con absoluta frialdad" efectuó dos disparos que le causaron la muerte instantánea.

Tras comprobar que su esposo estaba muerto, la inculpada desarmó la escopeta, la volvió a colocar en el armero y pasó el resto de la noche sentada en un sofá del salón, hasta que a las 7,30 horas llamó a la puerta un compañero de trabajo del marido quien, extrañado por su tardanza, le preguntó por él, y ella le dijo que se había ido.

Después de que sus hijas se marcharan y, con la seguridad de estar ya sola, la mujer arrastró el cadáver de su marido desde el dormitorio hasta un garaje, y llevó el cadáver al maletero de una furgoneta. Con intención de esconder el cuerpo sin vida del esposo, se desplazó hasta un lugar conocido como 'Rambla del agua', y se apeó para sacar el cadáver, que tapó con varias piedras de grandes dimensiones y con vegetación.

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