La primera, en el papel de Sally Bowles, dijo ayer, en la presentación del espectáculo, que su personaje no es tan glamuroso como el de Liza Minelli en la película de Bob Fosse. Y el segundo, en la piel del maestro de ceremonias Emcee, confesó que «Barcelona es una ciudad dura. Estamos muy cagados».
Esta historia de supervivencia ambientada en el cabaret berlinés Kit Kat Klub retrata la decadencia de la Alemania de entreguerras que desemboca en el nazismo.
Si en Madrid sustituyeron las butacas por mesas, en el Apolo no habrá «una transformación completa» por problemas de espacio.
Vendrán más
«Queremos traer más musicales a Barcelona. Éste es el principio de un largo amorío». Ésta es la promesa que hizo ayer la directora general de Stage Entertaiment, responsable de Mamma Mia, Cats, El Fantasma de la Ópera, My Fair Lady y Víctor o Victoria. Esta empresa, que ha tenido muchas dificultades para encontrar teatro en Barcelona, quiere disponer de un espacio fijo para sus estrenos, que podría ser el Coliseum o el Novedades (grupo Balañà).
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