David Cameo (Pablo Tusset): "Os invito a sacar esa parte oscura que todos llevamos dentro"

  • Tras el éxito de 'Lo mejor que le puede pasar a un cruasán', Tusset decidió 'desaparecer': ni entrevistas ni firmas ni promociones.
  • Ahora, con nuevo nombre: David Cameo, y nueva novela, 'Franz y Greta',  sí da la cara: "Se me da fatal lo de la imagen pública".
  • "Es una novela diferente en la que buceo en lo oscuro del ser humano, y para esto no me sirve el sarcasmo de Pablo Tusset", afirma el autor.
El escritor David Cameo (Pablo Tusset) publica 'Franz y Greta'
El escritor David Cameo (Pablo Tusset) publica 'Franz y Greta'
DAVID CAMPOS
El escritor David Cameo (Pablo Tusset) publica 'Franz y Greta'

Con su primera novela, Lo mejor que le puede pasar a un cruasán (2001), logró Pablo Tusset un éxito tan importante como 'molesto' para quien trataba de esconderse tras el seudónimo. "Me quité del medio", dice literalmente el que ahora firma con su verdadero nombre, David, y el apellido de su madre, Cameo.

Estrena etapa, estilo, historia en Franz y Greta (Destino), una novela que lleva al lector a un viaje hacia la infancia. ¿Cómo? Así: Dos niños van a un centro comercial, que (y hasta aquí se puede contar) viene a ser como el gran y tenebroso bosque de nuestro tiempo.

¿Cómo nace la idea de esta novela, el centro comercial como monstruo que engulle, los niños que se pierden...?

Ni yo lo sé, voy a un centro comercial a menudo y veo a niños a punto de perderse... Cuando hay esas aglomeraciones da un poco de pena, de miedo, de angustia... El centro comercial es como el bosque moderno: el lugar público, lo desconocido, donde están los que te pueden matar, los que te pueden secuestrar, los pederastas...

También lo refleja como un lugar nacido para fomentar y crear en los niños el consumo

Es como la miel y las moscas: una trampa mortal que atrae a los niños que llegan cegados... El aprendizaje del consumo empieza ahí. Es un poco eso el centro comercial: el bosque moderno.

Su novela tiene cierto sabor a los cuentos de Grimm...

Sí, me han vuelto a interesar y quise incorporarlos. Los cuentos son muy necesarios para el niño: les enseña cuál es el peligro y cómo evitarlo. Describen pasiones humanas muy hondas: celos, odio, envidia. Y son muy truculentos.

Y, usted, ¿quiere enseñarnos algo con su novela?

Enseñar algo no, pero sí sacar de paseo esa parte oscura que uno lleva dentro y que tenías mucho más visible cuando eras niño. Cuando eres niño el mundo es aún medio fantasía medio realidad, algo que vamos perdiendo. Y esta novela es destapar esa caja guardada.

¿Lo que más perdemos ?

Lo que más perdemos al crecer es la emoción. Al crecer nos volvemos muy prácticos y nos acotumbramos a obedecer y seguir patrones. Cuando obedeces tienes premio; cuando no, castigo.

Y quien no obedece finge que lo hace...

La hipocresía es a veces el refugio de la sociedad.

¿Ahora más que nunca?

Yo no creo que vayamos a peor. No soy de esos pesimistas... Tengo la sensación de que la humanidad progresa. Prefiero haber nacido ahora que en la Edad Media o en el Renacimiento o en el siglo XIX. Vamos a mejor, pero aún así vamos perdiendo por el camino cosas: esa espontaneidad, por ejemplo.

Su novela nos lleva a ella de nuevo...

El libro es todo él la visita que una dulto hace a su propia infancia, y ese viaje hacia el pasado lo he hecho en esta novela, y creo que todos lo hacemos de vez en cuando y si no, tal vez deberíamos hacerlo. Examinar qué niño fuimos y hasta qué punto se ha cumplido y qué deseos se han cumplido.

Pues puede ser un poco frustrante, ¿no le parece?

Es posible, aunque también es cuestión de edad. Yo estoy a punto de cumplir 50, una edad horrible en la que ya piensas que empiezas a ser viejo...

Así nos pasamos la vida. Cuando llegan los treinta: ay, que ya no seré un veinteañero; con los cuarenta: ya no soy joven, se acaba el tiempo de cumplir sueños...

Sí, es verdad. Hay muchas cosas que de niño habría querido y no he hecho, pero me siento lo bastante maduro para revisitar a ese niño y cuidarlo. Ese niño tiene heridas y yo puedo como adulto cuidarlo.

Siempre hay algo de la infancia que nos tortura...

Sí, arrastramos dolores de la infancia, y nadie cambia realmente tanto, seguimos siendo los niños que fuimos para siempre.

¿Y se cambia tras esa visita?

Para mí tiene algo de balsámico. Ahora puedo dar amor a ese niño que se sintió solo, y eso creo que nos pasa a todos, que nos hemos sentido solos alguna vez.

Yo creo que a todos no, a los idiotas eso no les pasa...

Bueno, pero la literatura no es para tontos, ¿no?

Pero está llena de personajes tontos...

Para los tontos el Tres en raya o así. La literatura tiene que aspirar a gente con ganas de leer.

¿Igual tanto empeño en que la gente lea ha sido contraproducente?

Sí, puede ser. Yo soy partidario  de que lea el que tenga ese impulso. Y según qué te obligan a leer te han fastidiado la afición para toda la vida.

¿Le fastidiaron a usted mucho con Lo mejor que le puede pasar a un cruasán y por eso no ha dado entrevistas hasta ahora?

Es que ha habido un cambio, cuando publiqué Lo mejor que le puede pasar a un cruasán pensé que se podía ser escritor sin que nadie se enterara, en especial la gente de mi entorno.

¿Por qué: tenía miedo, pudor..?

Porque se concede demasiada importancia al escritor. Si eres farmacéutico y inventas un medicamento, la gente no te viene diciendo: me voy a tonar tu medicamento. Pero si eres escritor todo los que te conocen quieren leer tu libro y...

Para ver que encuentran de usted

Exacto. Me estorbaba y pensé que se podía hacer una carrera de escritor sin que se enterara nadie de mi entorno, pero es imposible, porque justo donde vives lo saben todos. Pensé que estaba pagando un precio muy alto, que ya teniendo ese problema de ser el escritor del barrio no estaba pudiendo dar a conocer mis libros. Entonces he decidido que si hay que salir...

¿No le gusta?

Para mí es muy difícil. No sé si mis palabras son las adecuadas para transmitir mi mensaje, es crear una imagen y yo no sé hacerlo. Soy novato y me parece muy difícl, por eso quería evitarlo a toda costa.

Y justo firma y promociona con la novela que más bucea en lo oscuro, incluso en lo propio, y no precisamente con novela negra...

Sí, quizá ahora se tiende a sacar lo oscuro en el sentido de lo truculento o social, y quizás yo lo que intento es buscar lo oscuro dentro de uno mismo. Tendemos a echar la culpa de todo a la sociedad, a los políticos.. Y vale la pena mirar un poco hacia dentro y ver qué pasa en tu personalidad.

¿Y el nombre, por qué deja el seudónimo?

Suena bien Cameo y como tiene significado...

¿Tusset hace un cameo con David?

Sí, suena bien. Es el apellido de mi madre, y es lo que es: un homenaje a las madres. Está bien sacar a pasear a las madres.

¿Y es David Cameo quien ha escrito lo que de verdad quiso escribir usted siempre?

No, las dos cosas. Volveré a la comedia con Tusset y su sarcasmo, que me sirve para hablar del mundo, lo exterior, de la sociedas, de cómo ves el mundo.

El sarcasmo como defensa...

El sarcasmo me sirve como defensa y como ataque. En esta novela la base es desde el interior. Es impsoible hablar del interior sin hablar edl exterior. Y David Cameo habla ed lo interior. Y no creo que haga un retrato de la sociedad.

¿Le ha costado personalmente escribirla?

Sí, nueve meses intensos. Escribir no es sólo un esfuerzo intelectual, también es físico.

¿Qué le gustaría que la gente se llevara de su esfuerzo?

Estoy invitando a que viajan en el pasado a reencontrarse con esos niños que fueron y que vuelvan a mirar esos niños desde esa edad adulta y que si hace falta los cuiden.

¿Le parece que si lo hiciéramos cambiaríamos un poco?

Pues es posible, pero no creo que el mundo vaya a cambiar de la noche a la mañana. Y menos con un libro. El mundo va muy despacio.

¿No le ha cambiado a usted un libro?

Sí, Cortázar me cambió. A una persona puede cambiarla un libro, pero una sociedad entera por un libro, no. No aspiro a cambiar la sociedad...

¿Algún escritor que lo intente?

Que lo intente seguro que sí, pero que lo consiga lo dudo mucho.

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