Inmaculada pidió que esparcieran sus restos en la costa de Galicia

Lo hizo en una carta remitida a su hijo biológico. Eligió este lugar porque era donde ella fue «más feliz». Será incinerada hoy.
Inmaculada Echevarría pasaba la mayor parte de su tiempo leyendo y «deseando morir sin dolor». Así lo recordaba ayer en el tanatorio Teresa Fernández, una de las pocas personas que visitaba  a la mujer en el hospital.

Echevarría vio cumplido su deseo de morir el miércoles por la noche. Pero antes de que le retiraran el respirador, se preocupó de dejar escrita su última voluntad. En una carta dirigida a su hijo biológico, Inmaculada pidió ser incinerada y que sus cenizas fueran esparcidas en la costa de Pontevedra. Al parecer, quería que fuera éste y no otro lugar al ser el sitio en el que había sido «más feliz».

Su cuerpo será incinerado hoy en el tanatorio del cementerio de San José de Granada, adonde trasladaron sus restos tras el fallecimiento. Justo en este lugar, una veintena de amigos íntimos de esta mujer que sufría distrofia muscular asistieron ayer a un breve responso para despedirla.

Según explicó a los periodistas Cristóbal Entrena, amigo de la fallecida, poco antes de morir, Inmaculada les agradeció todo lo que habían hecho por su causa y les pidió que siguieran luchando por todas las personas que se encontraran en su misma situación. Dijo que Echevarría se despidió con un beso de los tres médicos, la celadora, la ATS y de él mismo, antes de que empezara a hacerle efecto la sedación.

«Aliviar» la muerte

Según manifestó el especialista del área de Neumología del Hospital Virgen de las Nieves Germán Sáez, es «frecuente» asistir la muerte del paciente, lo que supone «aliviar, no producirla». Explicó que hay muchos enfermos  que rechazan el tratamiento, aunque en su caso, ella no podía quitarse sola el respirador. «Les acompañamos, les cogemos la mano y les damos el tratamiento que les alivia el dolor», dijo este médico, quien añadió que  también ofrecen esta asistencia en la casa de los enfermos.

La reacción de la Iglesia

«Suicidio asistido». Así consideró ayer el Arzobispo de Toledo y Cardenal Primado de España, Antonio Cañizares la muerte de Inmaculada. El también vicepresidente de la Conferencia Episcopal señaló que este fallecimiento era uno de los «hechos más dolorosos que estos días nos hacen sufrir a todos». Para Cañizares este suceso denota que en España existe una situación social que debemos superar, «si no queremos conducirnos por derroteros de quiebra de humanidad y moral».

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