José de Ribas, el español que fundó la ciudad de Odesa

  • De Ribas tuvo una participación importante en la guerra Ruso-Turca, protagonizando incluso algunos episodios memorables.
  • El español fue nombrado gobernador y Catalina bautizó la ciudad como Odesa en memoria de una antigua colonia griega.
  • Los ciudadanos de Odesa reclaman el traslado del cuerpo a la ciudad que él construyó.
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El español José de Ribas fundó la ciudad de Odesa.
El español José de Ribas fundó la ciudad de Odesa.
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El español José de Ribas fundó la ciudad de Odesa.

Para construir la hermosa ciudad del Mar Negro, la zarina Catalina la Grande depositó su confianza en un militar español que se había alistado en sus ejércitos para luchar contra los turcos.

La calle más importante de la hermosa y estratégica ciudad ucraniana de Odesa se llama, desde 1811, Deribasovskaya. Sus autoridades han tratado de cambiarle el nombre un par de veces desde entonces, pero su ciudadanía no lo acepta. Es un mínimo homenaje a su fundador y primer gobernador, José de Ribas y Boyons, o, como le conocen en Rusia, Osip Mijáilovich Deribas–Ispan (español)­.

Aunque nació en Prusia Catalina II revitalizó Rusia, la hizo grande y fuerte, y la convirtió en una gran potencia. Fue una déspota ilustrada que se escribía con Voltaire y creó, entre otras cosas, la primera institución europea de educación superior estatal para mujeres. Tuvo varios validos y muchos amantes, mezclando a veces ambos roles.

José de Ribas y Boyons fue un interesante y peculiar militar español que llegó a formar parte del círculo más  íntimo de la zarina Catalina II la Grande ­–conocido como las águilas de Catalina–. Se relacionó estrechamente con algunos de los personajes más importantes de la época, como el príncipe Potemkin, el generalísimo Suvorov y el héroe de la independencia estadounidense John Paul Jones, que se hallaba al servicio de la emperatriz en esos años.

Había nacido en Nápoles (Italia), en 1749. Su padre era un barcelonés enviado a Nápoles para trabajar como cónsul de España y que se había convertido en el director de Ministerio de Fuerzas Navales y Armadas napolitanas. Uno de sus hijos era José, joven despierto y con ansias de aventura. A los 16 años se alista en el Ejército napolitano, y a los 20 ya era mayor.

En ese momento conoce casualmente al hombre que cambiaría su destino: Alexis Orlov. Alexis era un agente ruso, hermano de Gregory Orlov, uno de los amantes de la zarina Catalina II. Estaba en Italia para localizar y llevar a Rusia a una mujer que se hacía pasar en círculos europeos por princesa rusa y heredera del trono. Decía ser hija de la emperatriz Isabel I y nieta de Pedro I el Grande.

Alexis conoció al joven español, que lo ayudó en este trance. Quedó impresionado. Era inteligente, educado y audaz. Lo invitó a entrar al servicio de Rusia. De Ribas aceptó.

Ya en Rusia, ingresa como voluntario en la Flota del Mar Negro. Tiene 23 años. Hablaba ya media docena de idiomas, incluido un ruso deficiente. Era un buen oficial. El príncipe Potemkin, amante y favorito de la zarina, reclama a De Ribas para la campaña de Crimea contra Turquía. Y así, tras una decena de años en empleos de oficial, el joven militar viaja al sur a combatir en la Guerra Ruso-Turca, que se desarrollará de 1787 a 1792.

De Ribas tendrá una participación importante en esta guerra, protagonizando incluso algunos episodios memorables, por la audacia de sus acciones y la perspicacia de sus planteamientos. Dos muestras: junto a Potemkin conquista la península de Crimea y es nombrado brigadier; combate en una batalla naval en el estuario del río Dniéper, y al mando de un grupo de marineros cosacos ucranianos, asedia y toma la fortaleza de Ochakiv, lo que le vale el ascenso a almirante.

Acabada la guerra, después de múltiples operaciones coronadas todas por el éxito, en 1793 De Ribas presenta a la zarina el proyecto de una ciudad a levantar sobre las ruinas de la antigua Jadzhibey, que él mismo ha conquistado. Catalina acepta, y De Ribas, con 45 años, llama a arquitectos italianos, franceses y rusos y se pone manos a la obra.

En 1794, las estructuras básicas y los principales edificios de la ciudad están prácticamente terminados. De Ribas es nombrado gobernador y Catalina la bautiza como Odesa en memoria de una antigua colonia griega, Odissos, que, dicen las leyendas, se asentaba en el lugar.

En 1796 muere Catalina, y el nuevo zar, Pablo I, llama a De Ribas a San Petesburgo y lo nombra ministro de Montes, un organismo recién creado. Pero es acusado de malversación de fondos durante su gobernatura de Odesa. Aunque poco después será exonerado, la acusación lo mueve a sumarse a una conspiración palaciega contra el zar.

La trama fracasa, aunque De Ribas no es descubierto. Pero, inmediatamente, cae enfermo, sufriendo "graves fiebres". Durante varios días delira en su lecho. Luego, de pronto, muere. La leyenda dice que fue envenenado por sus compañeros de complot, que temían que, en sus delirios, hablara demasiado.

El caso es que fue enterrado en el cementerio católico de San Petersburgo, y su memoria fue lentamente olvidada en Rusia. Pero no en Odesa. Los ciudadanos de Odesa –hoy, uno de los puertos más importantes del Mar Negro– reclaman, desde entonces, el traslado del cuerpo a la ciudad que él construyó.

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