Aramburu: "Hay un prejuicio contra el humor en España"

  • Aramburu fue galardonado hace unas semanas con el Premio Biblioteca Breve 2014 por 'Ávidas pretensiones'.
  • En esta novela el autor recupera la sátira y su humor más característico.
  • "He buscado de manera deliberada la sonrisa del lector", cuenta.
Aramburu nació en San Sebastián en 1959 y es licenciado en filología hispánica por la Universidad de Zaragoza.
Aramburu nació en San Sebastián en 1959 y es licenciado en filología hispánica por la Universidad de Zaragoza.
EFE
Aramburu nació en San Sebastián en 1959 y es licenciado en filología hispánica por la Universidad de Zaragoza.

El escritor Fernando Aramburu fue galardonado hace apenas unas semanas con el Premio Biblioteca Breve 2014 por el libro Ávidas pretensiones, una novela en la que recupera la sátira y su humor más característico y que ahora publica Seix-Barral.

La novela está ambientada en las terceras Jornadas Poéticas de Morilla del Pinar, que transcurren durante tres días, y son la oportunidad perfecta para el desvarío de los poetas participantes, que llegan a esta cita con ganas de sexo, diversión y gloria literaria.

Este humor, que se puede percibir también en algunos de sus relatos como 'Fuegos con limón' o 'Viaje con Clara', es para Aramburu una "línea creativa a la que de vez en cuando vuelve", ya que tiene la "pequeña ambición de no repetir una y otra vez la misma música" y, además, le resulta "más estimulante" cambiar de tono, según ha indicado durante una entrevista concedida a Europa Press.

El autor confiesa tener una "lucha continua entre la poesía y el humor", dos mundos que chocan en todas sus obras y que en esta ocasión ha tenido a la sátira como clara "favorecida". "He buscado de manera deliberada la sonrisa del lector", cuenta el escritor.

Humor como hábito

Según resalta Aramburu (San Sebastián, 1959), en España existe un prejuicio contra el humor, ya que "se identifica con el chasacarrillo, la broma superficial, la alegría y los momentos de juerga".

El que practica Aramburu, en cambio, se aleja de esto y se introduce en zonas trágicas en ocasiones. De hecho, según destaca el escritor, en todas sus novelas aparece un cementerio, a modo de "cameo".

Su predilección por el tono humorístico no es algo "postizo" en él, sino su situación "habitual", aquello a lo que recurre incluso cuando existe algún problema. Todo esto tiene fácil explicación: es "herencia" de su padre, un hombre que "disfrutaba haciendo reír a los demás", con una "habilidad" en el manejo del idioma que movía a todo aquel que tenía alrededor a reír.

"Yo no soy tan gracioso, pero tengo ese automatismo y en algunas obras incluso tengo que pararme. Si escribo con naturalidad tiendo a la ironía, a la broma literaria y al juego de palabras", reconoce Aramburu, aunque también sabe que se juega "el prestigio" si se presenta como autor humorístico, porque eso le colocaría en una "categoría inferior".

Poesía

Este libro induce a pensar que detrás de los personajes se esconden poetas que existen verdaderamente. Según explica Aramburu, el "malvado" narrador "inocula la curiosidad de saber quién se esconde detrás de cada persona". "Si la ficción funciona no tengo que responder, el lector es inteligente para adivinarlo. Ahora bien, el poeta español actual que quiera encontrarse en este libro lo hará, seguro. A él o a sus amigos", señala.

De alguna forma, este libro funciona como si se tratara de un homenaje y guiño a sus comienzos, en los que dedicó toda su energía a escribir poesía. Sin embargo, a los 28 años, al poco de estar en Alemania (país en el que vive desde 1985) dejó de escribir versos.

La "inercia" y el "automatismo" que conllevó escribir poesía pronto le cansó y además sintió la necesidad de escribir ciertos contenidos que no entran en un poema: "Quería expresarme con todo el vocabulario de la lengua española, no solo con las palabras que suenan bien". Por ello, dedicó un año entero a "despoetizarse" y liberarse de manías como contar las sílabas con las yemas de los dedos.

No obstante, Aramburu asegura que no ha dejado de escribir poesía, sino que solo ha dejado de "desperdiciar el espacio en blanco al margen de la página". De hecho, la poesía es para este escritor la "estrella" alrededor de lo que gira lo demás. "Mis versos no me los puedo tomar en serio, mantengo un matrimonio muy conflictivo con la poesía, mal avenido", explica.

"Compromiso literario con las víctimas de ETA"

Han pasado ocho años desde que Aramburu publicó Los peces de la amargura (2006), un libro que narra historias relacionadas con la violencia en el País Vasco, una temática a la que espera regresar, ya sea a través de historias propias o de amigos. Según destaca, tiene un "compromiso literario" con las víctimas de ETA.

En este sentido, preguntado por la situación de su tierra natal, señala que "ya no hay atentados ni extorsión y el panorama ha cambiado", pero considera que aún hay unas "cuestiones pendientes": "Hay casos sin resolver, impunes por tanto, encima de la mesa hay 800 y pico muertos, no se puede meter debajo de la alfombra como si fuera polvo que estorba".

A su juicio, hay un reto pendiente que debería estar basado en el juicio de la verdad. "Existe una herida abierta que se cerraría antes si hubiera generosidad, si se introdujeran códigos morales en la sociedad, si hubiera un plan sincero de convivencia", apunta.

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