Almudena Grandes: "España no puede ser un país anormal por los siglos de los siglos"

  • Publica la escritora la tercera novela de la serie Episodios de una Guerra Interminable: 'Las tres bodas de Manolita'.
  • Denuncia a través de la ficción una realidad que apenas se conoce: la existencia de niños 'esclavos' en el franquismo.
  • "No se sabía porque España es el especialista mundial en esconder elefantes" dice la autora, que ha contado con el testimonio de una niña 'esclava'.
Almudena Grandes
Almudena Grandes
DAVID SIRVENT
Almudena Grandes

Hablar del presente a través de sus novelas que más miran al pasado es lo que está haciendo Almudena Grandes, aunque al inicio ni lo supiera, con la serie Episodios de una Guerra Interminable. Publica ahora la tercera entrega, Las tres bodas de Manolita, en la que una de las historias está sacada directamente de la realidad: la de los niños esclavos del franquismo.

Isabel Perales fue una de aquellas adolescentes que tras la promesa de ir a un lugar donde estudiar acabarían siendo explotadas. Isabel abordó a Almudena Grandes y le contó su propia experiencia. La autora de Malena es un nombre de tango la traslada al lector en una ficción desgraciadamente real y desafortunadamente próxima a nuestro presente. En la novela de Grandes, pese a suceder en los años cuarenta, hay desahucio, paro y, una vez más, corrupción.

¿Es usted la primera que está contando esta historia?

Sí, y eso es irresistible para un narrador. Aún no he tenido la tentación de dejar por eso esta serie de novelas, pero si la tengo, lo dejo y escribo otra cosa.

¿Dejaría la serie a medias?

Soy una escritora del siglo XX y firmo contratos cuando acabo novelas. No tengo compromisos ni un calendario irrenunciable. Así que mientras me duren las ganas lo haré. También influye  que mis artículos me permiten cambiar el registro, mirar al presente y esa necesidad de opinar o describir la realidad la tenga cubierta.

Una realidad, la presente, que sin embargo ha terminado coincidiendo en algunos puntos con su mirada al pasado...

Cuando yo empecé esta novela no podía imaginar que la peripecia de mi personaje en 1940 iba a tener tanto que ver con la actualidad de España.  Sabía que mi personaje no encontraría trabajo, sería desahuciado, iría a una casa en ruinas, habría un corrupto que...

Al final siempre sale la palabra: corrupción

Sí, esta historia es la historia de una corrupción: sacar partido económico de los vencidos. No imaginaba que iba a tener que ver tanto con lo que está pasando ahora.

¿Sabemos mirar el pasado?

Es un error pensar que la memoria tiene que ver con el pasado. La gente normalmente dice  que por qué hay que mirar atrás. La historia puede tener que ver con el pasado pero la memoria tiene que ver con el presente y con el futuro, con la clase de país en el que queremos vivir  y que vivan nuestros hijos. La actitud  de un país hacia su pasado, su manera de enjuiciarlo  divide a los países entre decentes e indecentes. La memoria tiene que ver con esto.

¿Cómo vive y cómo se explica que estemos inmersos en este retroceso?

Cuando la gente lea esta novela valorará de manera distinta la ley del aborto de Gallardón. Porque realmente aquí, en la Transición, cuando llegó la democracia, parece que fue algo que no costó, que hubo  cuatro señores que se fumaron un puro después de comer y dijeron:  vamos a hacer esto. Nos lo vendieron como la obra de un hada madrina universal, y así se borró la memoria, no sólo la de la miseria y la pobreza, también la del esfuerzo y el trabajo que había costado sacar este país adelante y de la miseria.

¿Le parece que no duele tanto como debería?

Cuando ahora pasan cosas como la ley Gallardón este retroceso se agiganta y se hace especialmente doloroso, porque en España la ley de plazos no fue la consecuencia de un parlamento progresista que decidió  tomar una decisión en los setenta con consenso social. En España eso no ha pasado nunca, siempre ha habido un montón de gente que ha hecho todo lo que podía porque este país progrese. Desde esa  perspectiva se ve mucho mejor hasta qué punto es monstruoso lo que está pasando, y no hablo sólo ley del aborto de Gallardón,  también la ley de educación, la preeminencia que tienen en este país las opiniones de la Iglesia Católica...

Y sin embargo, trata usted de ser justa en la novela, ¿cuesta no caer en el maniqueísmo?

Es que yo creo que dentro la Iglesia católica siempre ha tenido dentro una oposición interna muy fuerte y los principales enemigos  de la iglesia están dentro de la iglesia.

Incluso Isabel Perales, que sufrió la crueldad de algunas monjas, es capaz de salvar a otras...

Es extraordinaria. La conocí en Rivas en un homenaje a los republicanos y me pidió la dirección y me  hizo una pregunta a bocajarro: ¿tú qué sabes de los niños esclavos de Franco? Y yo dije: nada.

Ni nadie... O casi nadie, ¿no?

Eso es. Y se plantó en mi casa y me contó la historia de una niña a la que le dicen que la van a llevar a un colegio a estudiar y la realidad es que la llevan a un lugar en el que la explotan.

¿Por qué no se conocía esta historia?

Porque España es el especialista mundial en esconder elefantes. En otros países se esconden conejos, pero aquí elefantes. No lo sabíamos porque no se ha contado.  Fue el mismo decreto, el 23 de noviembre del 40, el que permite robar niños y le otorga al estado la tutela de los muertos en la guerra y la custodia de los niños que los presos quisieran poner en sus manos para ser educados. En Isabel hay una experiencia desgarradora y una monstruosidad jurídica y es que los niños cumplieran penas. Los niños no podían salir hasta que sus padres hubieran salido de la cárcel. Eso los convertía en presos también por ser hijos de rojos.

Benjamín Prado denunció en Mala gente que camina cómo quitaban a las presas republicanas a sus hijos y se los daban a familias afines al Régimen. Usted ahora cuenta que había niños esclavos, ¿es que con la ficción es posible hablar de estos temas?

Los que están haciendo una labor descomunal son los historiadores. Este país cambió cuando una generación de historiadores cogió la historia de este país por los cuernos. Sin ellos los escritores no tendríamos nada de dónde tirar. Pero sí es cierto que la ficción es muy atractiva porque implica al lector emocionalmente.

¿No era labor también de otros contarlo?

Hubo una vez en la que en España, en la Transición, se creó esta ilusión de que la democracia había llegado sola y que no convenía mirar al pasado porque lo importante era el futuro y se hizo esta ficción de que 40 años de dictadura se podían olvidar sin más. En Ucrania está pasando lo mismo en unas circunstancias distintas. Se crea la Unión Soviética y luego llegan tres señores y dicen: nos la hemos cargado y no pasa nada. Pero sí pasa. Tengo la sensación de que muchos españoles prefieren pensar que sus abuelos no vivieron en un país tan miserable.

¿Más temor que hartazgo?

Sí, creo que no es tanto cansancio como miedo, miedo a pensar en qué clase de país vivieron sus padres o sus abuelos. Es más bonito pensar que tienes una memoria de alta costura. Pero esto mantendrá la fragilidad congénita de la democracia ¿hasta cuándo? Esta democracia nació con una debilidad y no ponemos la muleta, así que no se cura ese hueso.

"En los buenos tiempos las chicas se casan por amor, en los malos no siempre pueden elegir..." ¿Imagina algo así ahora?

No me extrañaría. La situación es distinta, ahora la opresión es distinta, es más económica aunque del poder no hace nada nada por aliviar el sufrimiento y se alinea con los poderes financieros. Pero se deben de estar dando dilemas como éste, de hombres o mujeres que no se puede separar porque no tienen dinero o aceptan matrimonios que no aceptarían para poder dar de comer a cinco o siete de su familia. No creía que iba a tener tanto que ver.

Desagradable  el paralelismo, ¿no?

Sí, aunque en realidad la desesperación humana cambia poco y en esta novela la corrupción tiene que ver con la desesperación. Siempre tiene que ver con la desesperación. Y sin embargo cuando conocí a Isabel vi que toda la historia no podía ser mi novela, era demasiado truculenta y yo huyo de la truculencia como de la peste. Manolita es una superviviente, consigue ser feliz en una vida en la que la felicidad estaba descartada. Y a mí los supervivientes son los que más me gustan.  Sobrevivir en aquellos años era una heroicidad.

¿Y sobrevivir ahora?

Sobrevivir ahora es otra heroicidad.

La solidaridad es casi un personaje en su novela, y al leerla se hace muy evidente cómo hemos cambiado...

Sí, entonces todos se apoyaban los unos en los otros. Estaban ahí para sujetarse. Y eso ha cambiado. Es verdad que se están desarrollando redes de solidaridad importantes pero no hay conciencia común, y entonces sí. Antes era: lo que le pase a ése me pasa a mí, estamos todas en el mismo barco.

¿Estamos más en un sálvese quien pueda?

Más en un: yo salvo a los que puedo... En aquella época había una conciencia política que se ha perdido, sabían que sólo saldrían entre todos. Y de aquella época rescato también esa especie de alegría. Fascina cómo conseguían extraer alegría. Ese espíritu de entereza y de conmigo no van a poder se ha perdido.

¿Hemos perdido también las mujeres la oportunidad de no imitar a los hombres?

Creo que el poder es una realidad supragenérica. ¿Los hombres son como son porque son hombres o porque siempre han tenido el poder? Nunca he creído que si las mujeres mandaran todo sería estupendo, y que son más sensibles por ser madres... Probablemente sean más duras y menos solidarias porque no quiere transmitir fragilidad. Han aprendido a mandar igual q ellos o peor.

Aún estamos a tiempo, ¿confía en los jóvenes?

España se ha convertido en un país indecente, anular la justicia universal es indecente y gravísimo. La derecha de este país piensa que lo quita para dar una alegría a los chinos y ya de paso nos quitamos la memoria histórica. Pues no. Esta guerra se va a ganar pero no por la ley de memoria histórica sino por la ley de la gravedad. La manzanas se caen de los árboles y habrá un momento en el que los que ahora tienen 20 años normalizarán este país. No puede ser que este sea un país anormal por los siglos de los siglos.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento