La escalada de violencia dejó ayer al menos 16 muertos en Bagdad y Mosul en una oleada de atentados de la insurgencia. Desde el jueves, cuando se formó el nuevo Gobierno iraquí, más de 130 personas han muerto.
El objetivo de los tres coches bomba que estallaron en Bagdad, con 12 muertos, eran las fuerzas del orden y civiles. En Mosul, al norte del país, dos coches bomba mataron a cuatro personas e hirieron a otras siete. Las explosiones tuvieron lugar al paso de un convoy militar de los EE UU. Además, murió un soldado británico.
Ante los atentados, el nuevo primer ministro iraquí, Ibrahim Yafari, responderá con un plan de seguridad.
Mientras, el Gobierno de Australia no está dispuesto a ceder a las presiones de los terroristas que han secuestrado a un australiano, un ingeniero, de 63 años.
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