«Hace poco un chico que iba en silla de ruedas se encontró con que no podía bajar del autobús porque la rampa se había roto y tuvieron que apearlo a pulso varios usuarios. Fue tal la desesperación que no ha vuelto a subirse», relata García.

El martes día 20, Lidia Estévez vio «cómo un muchacho se quedaba en tierra en la parada de Joaquina Eguaras porque no funcionaba la plataforma. Eran las 7.30 horas y llegó tarde al trabajo», denuncia.

«Algunos conductores dicen que la rampa está rota, pero es mentira. Tienen que cumplir unos horarios y acercarse a la acera, cuadrar el coche y abrir les supone un tiempo que no quieren perder», asegura M.ª José García.

El otro problema son los taxis. En Granada había 13 para minusválidos y desde enero tres se han dado de baja. «Dicen que no es rentable –matiza García–, y están obligando a la gente a usar más los transportes de las asociaciones y saturar los servicios».

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Empresa concienciada

El 90% de la flota de autobuses de la capital cuentan con rampas. «Es más –afirma Gerardo López, responsable del sindicato CSI-CSIF–, en el taller hay una persona especialmente destinada a arreglarlas en caso de avería. La empresa está muy concienciada con este tema, otra cosa es que en una determinada línea se hayan roto dos seguidas».