Donde sí es oro todo lo que reluce

  • La mejor pasarela es la alfombra roja de los Oscar.
  • Las grandes firmas de moda y joyería buscan que las grandes estrellas luzcan sus creaciones.
  • Diamantes, zafiros, topacios, esmeraldas y otras piedras preciosas deslumbran tanto como las celebridades.
  • Para evitar robos incluso se habilitan discretos servicios de seguridad.

Lamentándolo mucho por los devotos de los refranes, hay un lugar en el mundo donde sí es oro todo lo que reluce, y además en competencia con diamantes, zafiros, topacios, esmeraldas y otras pedrerías.

El lugar se llama Hollywood, y más concretamente el teatro Kodak, ante el cual el  domingo tendrá lugar una vez más el mil veces visto y no por ello menos esperado desfile de celebridades que, camino de la gala de los Óscar, convertirán ese pedazo de acera en la pasarela de moda más idónea del planeta.

La "madre de todas las alfombras rojas" -con permiso de la del Festival de Cannes- se ha convertido por ello desde hace decenios en coto de caza de cuantos diseñadores de moda y joyería en el mundo han sido, para quienes las piezas más cotizadas no son cebras ni gacelas sino estrellas. Y cuanto más brillantes, mejor.

"Todos los años desarrollamos una colección de piezas muy importantes, muy especiales, exclusivamente para esa noche, la de los Globos de Oro y la de Cannes", explica la directora internacional de comunicaciones de la firma de joyería H.Stern, Andrea Hansen.

Piezas muy tentadoras

Un año más, como lleva ya haciendo desde hace un decenio y al igual que colegas de todo el mundo, esta brasileña se ha desplazado hasta Los Ángeles para captar celebridades que luzcan las obras de esta firma con sede en Río de Janeiro que desde 1945 adorna los cuellos, orejas y dedos más cautivadores del orbe.

Rodeada de piezas a cual más brillante y tentadora, Hansen indica que la competencia es feroz para lograr "el apoyo de las celebridades" que se conviertan en abanderadas del producto.

Nombres como los de Angelina Jolie, Catherine Z. Jones y Drew Barrymore figuran en el imaginario museo de trofeos de H.Stern, cuyas joyas también han añadido brillo a la anatomía de latinas como Salma Hayek, Jessica Alba y Eva Longoria.

Y es que no en vano las latinas destacan por "un glamour más cálido, más sensual, que resalta la relación íntima entre la mujer y la joya", reconoce Hansen.

Interés de muchos

Asimismo, y como los ojeadores de los equipos de fútbol, las grandes firmas del sector están constantemente a la caza del "crack" del futuro, "gente joven que está empezando y no tiene el acoso de todos los joyeros".

"Las buscamos tanto como ellas nos buscan a nosotros. Las celebridades no sólo quieren deslumbrar en las entregas de premios, también en los actos de caridad en los que participan", añade.

Antes de que nadie se llame a engaño, conviene precisar que la pedrería de H.Stern, Bulgari, Cartier, Montblanc y tantos otros que se verá el domingo en la alfombra roja no es propiedad de las estrellas que las lucen, sino prestada.

"Y no se le prestan a cualquiera", subraya la ejecutiva brasileña, por si no estaba claro.

¿Y se nota? Hansen no tiene duda: "Mucho. Las mujeres se fijan mucho en los diseños de las joyas y en quién las ha hecho", lo cual luego se deja ver en los centros de venta, que en el caso de H.Stern abarcan 23 países.

Precios que quitan el hipo

Entre los anzuelos de pescar estrellas lanzados este año por la firma carioca en Hollywood destacan piezas cuyo precio es excelente cura para quitar el hipo, como un collar de esmeraldas de 1,3 millones de dólares y otras del mismo cariz, hasta sumar un total de treinta millones de dólares a la espera de percha en la que lucirse.

"Peccata minuta", de todos modos, en comparación con el collar de diez millones de dólares que se enroscó en el cuello de Angelina Jolie en la gala de los Óscar de hace tres años, recuerda Hansen, quien apunta que, cuando la pieza lo requiere, se habilita un discreto servicio de seguridad para velar por ella.

Pero todo esfuerzo es poco para una noche en la que "si alguna vez has de llevar diamantes, ése es el momento", como declaraba recientemente a la revista Hollywood Reporter Harry Winston, director creativo de la firma Susy Korbs.

La habilidad del mercado es tal que incluso absorbe con naturalidad las crítica de Hollywood, como la de una de las cintas candidatas de este año, "Diamante de sangre", una descarnada denuncia del tráfico de diamantes en África.

Ya antes del estreno del filme protagonizado por Leonardo DiCaprio, la empresa De Beers, líder mundial del mercado de diamantes, había lanzado una campaña de relaciones públicas por valor de quince millones de dólares para demostrar que tampoco es para tanto.

La campaña incluyó la entrega de 10.000 dólares en proyectos de ayuda a África por cada estrella que luciera anillos con esas piedras preciosas en la pasada entrega de los Globos de Oro, según Hollywood Reporter.

Y es que en el universo del celuloide y el comercio que lleva aparejado, como dictan las leyes de la física, la energía no se crean ni se destruye: tan sólo se reinvierte.

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