El acusado de matar a su exmujer en Noguerones admite el crimen pero dice que iba "ciego y no era él"

"No recuerda" haber intentado previamente apuñalar a su hija, como sostienen la Fiscalía y la acusación particular

El hombre identificado como E.J.F.M., acusado de haber matado a su exmujer en la aldea de Noguerones —perteneciente al término municipal jiennense de Alcaudete— en enero de 2012, ha admitido este miércoles ser el autor de la muerte de su esposa, E.A.M., de la que se había separado en 2010, si bien ha alegado que en el momento en que sucedieron los hechos "no era él" e iba "ciego".

Así lo ha manifestado en el transcurso de la declaración prestada al inicio del juicio que ha arrancado este miércoles en la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Jaén y que continúa esta tarde, en la que también ha asegurado "no recordar" que antes de "pinchar una vez a su mujer" con un cuchillo tratara de apuñalar a su hija D.F.A., como sostienen tanto el Ministerio Fiscal como la acusación particular.

"A ella nunca", ha aseverado en referencia a la posibilidad de haber intentado hacerle daño a su hija y ha relatado que el día en el que falleció su mujer, el 18 de enero de 2012, bebió "dos o tres botellines de cerveza" antes de almorzar en casa de su madre, y después de dormir una siesta de "un par de horas", tomó "algunos 'cubalibres'" en un bar de Noguerones que frecuentaba, y tras salir del mismo se dirigió a su coche, si bien al "saltarle la alarma" porque el manojo de llaves que tenía del mismo "no le funcionaba bien", se dirigió a la peluquería de su hija D.F.A. a pedirle la copia de las llaves del vehículo que tenía su exmujer.

En la peluquería —que se encuentra en el bajo del que había sido el domicilio familiar cuando el matrimonio estuvo casado, y en el que estaba residiendo en esos momentos el procesado—, E.J.F.M. le preguntó "como se dicen las cosas" a su hija que "dónde estaban las llaves del coche" que tenía su madre, a lo que ella respondió "diciendo que no sabían dónde estaban".

Ante esa contestación, "llamó a su abogado" —con el que estaba tramitando su divorcio— para apuntarle su deseo de "ponerle una denuncia" a su exmujer "porque se lo estaba llevando todo", y le dijo a su hija que "parte de la culpa de que eso ocurriera la tenía ella por no impedir que su madre se llevara cosas".

Posteriormente, su hija le trajo las llaves, según ha confirmado, y "al poco tiempo" llegó su exmujer a la peluquería, iniciándose entonces una "discusión" entre ambos, porque, en su opinión, "ella quería quedarse con todo" lo que había sido del matrimonio, y en ese contexto, "ella le dio un empujón".

No sabe "qué le pasó"

Así las cosas, y sin "saber qué le pasó" ni poder "explicarlo", el procesado ha reconocido que se fue a la cocina de la vivienda y cogió de un cajón un cuchillo, "el primero que se le vino a la mano", y se fue "directamente a por ella —en referencia a su exesposa—, con el cuchillo escondido detrás de la espalda".

En ese punto, el acusado ha afirmado que "lo único que recuerda es que le pinchó una vez nada más" a su exmujer, que previamente "se había venido para él", y que él "iba ciego" y "no era él". Tras un "forcejeo", logró "escapar" del lugar donde había ocurrido el suceso y se fue "derecho a su casa", donde se dio "cuenta de que había hecho un daño".

Luego "llamó a su abogado" y se fue a la cochera, donde cogió el coche, con el que se dirigió al cuartel de la Guardia Civil, lugar en el que confesó haber hecho "una cosa mala", que era que "había pinchado a su mujer, no sabía cómo".

Aunque afirma haber bebido algunos 'cubalibres' antes de dirigirse a la peluquería la tarde del 18 de enero de 2012 para pedir las llaves del coche a su hija, el encartado ha asegurado que cuando llegó al negocio de su hija "cree que estaba bien", y ha explicado que en su vida diaria normalmente "antes de comer se tomaba dos o tres cervezas, y por las tardes un 'cubalibre' con los amigos".

Una vida "normal"

Hasta el día del supuesto crimen, el encartado ha indicado que tenía una "vida normal" en Noguerones, que "se relacionaba con la gente", y que en el tiempo en el que estuvo casado con su mujer ambos convivían "bien, como una pareja", y ella "nunca le dijo el motivo" por el que quiso divorciarse de él, proceso que ya se había llevado a cabo en el momento de la muerte, aunque "aún no se habían repartido los bienes".

En su opinión, E.A.M. "cambió" al empezar a frecuentar la asociación de mujeres de Noguerones, un hábito que él rechazaba porque entendía que a ella "eso no lo iba a venir bien" y allí "le iban a lavar la cabeza", si bien "nunca le prohibió que fuera". "Ella iba adonde quería y era el ama de los dineros, porque todo lo que ganaba se lo daba a ella", ha remarcado.

En esa línea, ha negado mantener una "actitud autoritaria" con su mujer, a la que, según ha apostillado, "compadecía" porque "estaba mala", ya que padecía fibromialgia, de modo que ni la "insultaba" ni le "pegaba", si bien "a veces ella se ponía como atacada" y "una vez le tapó la boca para ver si se callaba porque se puso histérica". También ha declarado que "como consecuencia de que ella se llevaba algunas cosas" tras el divorcio, él "alguna vez quizá sugirió que la iba a matar".

En relación a sus dos hijas, el acusado ha subrayado que él les ha costeado "todo lo que ha podido" a éstas, que "podían disponer como quisieran del dinero de las cuentas" bancarias, que "ha trabajado de noche y de día para que no les falte de nada", y que "las dejaba que fueran a todos lados".

Igualmente, en su declaración, el procesado ha confesado haber intentado suicidarse en dos ocasiones, una de ellas a raíz de su separación, así como que se encuentra en "tratamiento psiquiátrico".

Peticiones de penas

Por los hechos que se juzgan en la Sección Tercera de la Audiencia jiennense, la Fiscalía considera al procesado autor de un delito de maltrato habitual, de otro de homicidio en grado de tentativa agravado por la circunstancia de parentesco, y de un tercero de homicidio, con el mismo agravante pero con la atenuante de confesión.

Así las cosas, por el delito de maltrato habitual solicita una pena de tres años de prisión, así como la prohibición de acercase a menos de 300 metros de sus hijas y de comunicarse con ellas por cualquier medio durante cuatro años, la misma prohibición, aunque por más tiempo —ocho años más del tiempo de cárcel al que sea condenado— que solicita por el delito de homicidio en grado de tentativa, por el que interesa además una condena de ocho años de cárcel.

Además, la Fiscalía pide una pena de doce años por el delito de homicidio y solicita que se le imponga al acusado la obligación de indemnizar con 150.000 euros a sus hijas.

Por su parte, la acusación particular solicita un total de 33 años de prisión por un delito de maltrato habitual en el ámbito familiar, otro de asesinato en grado de tentativa y un tercero de asesinato, mientras que la defensa interesa una condena de siete años de cárcel al considerar al acusado autor de un delito de homicidio cometido con las circunstancias atenuantes de embriaguez y obcecación y arrebato.

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