Cayetana Guillén Cuervo: "La rebeldía tiene un punto que no me interesa, la risa es más útil"

  • Acaba de estrenar la obra que sus padres subieron a escena en pleno franquismo: El malentendido, de Albert Camus.
  • Un tributo a todos los que elevaron la voz cuando no se podía y una manera de reflejar lo que ocurre hoy mediante un texto estrenado en 1944.
  • "Que no nos roben la sonrisa", dice la actriz y presentadora de televisión, "es lo único que podemos preservar".
La actriz posa para la entrevista con '20minutos'.
La actriz posa para la entrevista con '20minutos'.
JORGE PARÍS
La actriz posa para la entrevista con '20minutos'.

Un homenaje a toda una generación: la que se atrevió a alzar la voz en el franquismo con textos prohibidos, es el que rinde Cayetana Guillén Cuervo con la obra que de Camus sube al escenario de las Naves del Español: El malentendido. Un tributo también personal: ya que sus padres la estrenaron en 1969. La pena que le queda a la actriz es que su padre muriera quince días antes del estreno.

Pese a ser un texto de 1944, ¿sentirá el espectador que está ante una historia muy actual?

Sí, aunque el momento, era la Francia ocupada, y el tiempo, eran otros, nos habla de algo que hoy encaja muy bien: la ausencia de Dios, el peso de la fatalidad, las palabras justas, el peso de la familia, la dificultad de sentirte extranjero en tu propia tierra...

Es muy emotivo además este montaje por lo que de tributo tiene, ¿no?

Quería homenajear a esa generación que tanto hizo por nuestra cultura. Todos aquellos que, como mis padres, en vez de hacer una comedia ligera, apostaron por autores prohibidos como Camus o Sartre. Abrieron puertas al entendimiento. Fueron muy valientes. ¿Qué pasa con los individuos buenos sometidos por las circunstancias políticas y sociales, con sus sueños cortados y su talento pisado? Lo planteaba Camus y es lo que nos ocurre ahora por las equivocaciones del sistema. ¿En qué se convierten esas  personas?

¿Y qué es lo que pasa?, ¿en qué se convierten?

Pues es que para desear el bien de los demás, que es lo que hace falta, tienes que estar tú bien. Si estás lleno de rabia, cosa normal si estás aplastado y herido porque no puedes desarrollar tu talento porque no tienes libertad, o solo la tienes en teoría, te da igual el prójimo. Eso genera el individualismo. Y por eso puede ocurrir, como a mi personaje en la obra, que uses malos medios para lograr un fin. Que deje de importarte la manera de lograr algo es lo que puede pasar.

¿Qué emociones sacude más Camus en su montaje?

En el montaje el espectador está tan metido que es parte de todo, lo ve todo y sabe más que los personajes, pero no puede intervenir.

Una metáfora de lo que nos sucede...

Ver la tragedia encima sin poder hacer nada.

¿Algo hay que romper?

Algo tiene que pasar. Estamos angustiados de que no pase nada. Pero no podemos dejar que no nos importen los medios para llegar a un fin. No podemos justificar todos los medios.

El malentendido de Camus queda claro, ¿cuál cree que es el más grave en la actualidad?

Que no se usan las palabras justas para comunicar. Eso es fundamental. Si juegas y te haces pasar por otro, como uno de los personajes, y te matan por eso..., no haber jugado.

¿Está hablando de transparencia?

Se cuenta otra cosa para distraernos... La claridad de las palabras es fundamental. Pero no quiero decir mucho más, creo que yo hago lo que puedo en mi responsabilidad con la cultura.

En la tele no se ha salido del guion cultural, y acaba de estrenar programa cultural, Atención, obras, ¿le parece que hay un cambio?

Sí, hay programas más blancos. Y por mi parte estoy muy agradecida por poder hacer esta labor de cara a la cultura. La verdad es que no bajo nunca la guardia, me lo tomo muy en serio. Y mi premio es éste, poder seguir haciendo programas culturales.

¿Qué no haría nunca en televisión?

Corazón. Con todo mi respeto a quienes lo hacen y les interesa. Yo me sentiría mal hablando mal de los demás. Me intoxica mucho. Intento vivir en el no conflicto. Creo que siempre hay algo bueno en los demás.

¿Está segura de que siempre hay algo bueno que sacar?

Bueno, casi siempre.

Si tuviera que elegir de qué ser 'capitana', ¿qué escogería?

Capitana de intentar un entendimiento a través de la empatía y la solidaridad. Intentar hacer la vida más amable en lo más pequeño. Además eso te hace mucho más feliz. Mola estar bien con los demás. Lo otro es una amargura. Todos tenemos problemas, ¿no? Confío mucho en el ser humano. Hay que darle confianza y autoestima, porque si no se vuelve loco. Necesitamos afecto, apoyo, calor, es la manera de salir adelante.

No parece usted muy partidaria de la rebeldía...

Bueno, creo que es mejor la sonrisa, la rebeldía tiene un punto que no me interesa, la sonrisa es más útil para protegerte y ayudar a los demás.

¿No ha sentido nunca que era una cifra, nada más que un número?

Sí, claro que sí. No entre mi gente, pero yo creo que todos nos sentimos un poco así.

¿Y siente que, como da a entender Cesc Gay en Una pistola en cada mano, última película en la que usted ha actuado, la mujer es en tiempos complejos más fuerte que el hombre?

A veces sí y a veces no. Pero yo soy muy 'protío'. Me encantan los tíos.  Creo que depende de cada persona, de cada carácter ser más o menos resolutivo.

Y en el cine, ¿ha notado que le dan menos papeles por no ser ni muy joven ni muy mayor?

No, no creo que me haya llegado ese momento. Aunque puede que se deba a que no lo noto porque hago muchas otras cosas. Tal vez si hubiera sido solo actriz... Pero yo siempre estoy generando cosas y si no tengo, pues genero otra.

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