La Audiencia condena a un hombre a 7 años y medio de cárcel por torturar a un exempleado que le había denunciado

La sección segunda de la Audiencia Provincial de Valencia ha condenado a un hombre, propietario de una frutería, a la pena de siete años y medio de prisión por secuestrar y torturar a un extrabajador suyo para que retirase la denuncia que había interpuesto contra él ante el Ministerio de Trabajo por su situación laboral, según consta en una sentencia a la que ha tenido acceso Europa Press. El acusado negó los hechos durante el juicio.

La sección segunda de la Audiencia Provincial de Valencia ha condenado a un hombre, propietario de una frutería, a la pena de siete años y medio de prisión por secuestrar y torturar a un extrabajador suyo para que retirase la denuncia que había interpuesto contra él ante el Ministerio de Trabajo por su situación laboral, según consta en una sentencia a la que ha tenido acceso Europa Press. El acusado negó los hechos durante el juicio.

El ministerio fiscal pedía para este hombre, de unos 43 años y de origen paquistaní, nueve años y medio de prisión por un delito de detención ilegal y otro de lesiones, y le reclamaba una indemnización para la víctima de 10.000 euros por los daños morales causados. Finalmente, la pena ha quedado en siete años y medio de prisión, y a la misma indemnización.

Los hechos se remontan al 14 de abril de 2012, cuando el acusado, en situación regular en España, invitó a la víctima, extrabajador suyo, a subir a su vehículo con el que circulaba por la localidad valenciana de Picassent para hablar sobre la denuncia ante Trabajo.

Unos minutos después de ir circulando, el acusado paró el vehículo y subió otro individuo —que no ha sido identificado— en el asiento trasero, quien, en connivencia del primero, le puso una bolsa de plástico en la cabeza a la víctima hasta que llegaron a un campo en las inmediaciones del Camino del Mas.

Allí, tras bajar del coche, el acusado y se compañero empezaron a golpear a la víctima con un palo en la espalda y en el muslo, con lo que éste quedó tendido en el suelo y aturdido. Seguidamente fue atado de pies y manos con una cuerda y, luego, el acusado, armado con un cuchillo, le fue haciendo cortes. En ese momento le mostraba los papeles para que los firmara en este sentido.

Como la víctima se negó a firmar los documentos, el acusado y su compañero lo ataron a un árbol y le pusieron una mordaza en la boca fabricada con tela. Y lo dejaron así, sin posibilidad de moverse ni de pedir ni obtener auxilio, hasta aproximadamente el mediodía del día siguiente, cuando se presentaron en el lugar ambas personas.

Al regresar, insistieron de nuevo en la necesidad de que firmara los papeles o de lo contrario habría "algo más". La víctima siguió sin acceder y recibió más golpes y presiones en el muslo con un cuchillo. En ese momento, la persona no identificada advirtió de que lo realizado por el acusado superaba lo previsto y le recriminó que aquello no era lo que habían convenido, pues le dijo que no habían ido a matar, sino a asustar y pegar un poco para que firmara.

Arrastrándose por el suelo, la víctima llegó hasta el final del campo y cayó sobre un pequeño muro, quedando boca abajo colgando en el mismo. Al escuchar que circulaba por el camino lindante un vehículo, hizo ademán con sus manos para pedir auxilio, lo que fue advertido por el conductor, que luego llamó a la Guardia Civil y trasladó al exempleado hasta el hospital.

Declaraciones "coherentes y persistentes"

El tribunal estima todos estos hechos como probados en base a las declaraciones del denunciante, "reiteradas, coherentes y persistentes", junto a otros elementos corroboradores colaterales aportados por las acusaciones, como la denuncia acreditada ante Trabajo por parte de la víctima en relación al abono del salario, al horario y condiciones del mismo. También tiene en cuenta el descubrimiento por un tercero, "desconocido para ambos", de una persona volcada sobre un muro y la posterior ratificación y confirmación por agentes de la Guardia Civil sobre las condiciones personales en las que se encontraba.

Asimismo, indica que la imposibilidad de atarse pies y manos del modo como apareció y el descubrimiento de la mordaza y de la cuerda que figuraban reflejadas en las fotografías presentadas junto con las piezas de convicción acompañadas, conforman un "universo probatorio" de "absoluta credibilidad" de la versión ofrecida por el denunciante.

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