Más fondos no frenan las muertes por maltrato

Andalucía lidera la lista de víctimas por la violencia sexista en 2006, pese a ser la región que más inversión y medios recibe del Gobierno, un 17%
Ni la Ley Integral contra la Violencia de Género, que desde 2005 endureció las penas a los hombres que maltraten, ni los millones de euros del Estado, en los que se incluyen miles de móviles para proteger a las mujeres las 24 horas, Andalucía no consigue frenar las muertes y el año pasado, con 18 víctimas, duplicó las de 2005 y rozó el mismo número de 2004: 19. Es el recuento del Instituto Andaluz de la Mujer (IAM), porque el Centro Reina Sofía contra la Violencia contabiliza 19, lo que coloca a la comunidad a la cabeza de la triste lista de  muertas a manos de su pareja en España. Todo ello pese a ser la que más fondos recibe para la asistencia integral (ver gráfico) y la que más teléfonos con GPS ha solicitado.

Estos medios se reparten en función del número de denuncias contra sus parejas, de las que se declaran maltratadas, y de las muertes. En menor medida, obedece a la población.

Pero ¿qué factores influyen para que Andalucía registre más víctimas y otras regiones no tengan ninguna? Los expertos rechazan que influya la formación o el estatus social y económico. El IAM lo achaca a que tenemos más población, aunque la segunda es Cataluña, y, con sólo 840.000 habitantes menos, registró la mitad de muertes.

Una cuestión cultural

Tampoco la psicóloga Mónica Cabanilla, que coordina desde el Colegio de Psicólogos los grupos de atención a mujeres en Andalucía oriental, da una versión diferente. «La violencia no se da más entre personas con poca formación. Tiene un origen cultural, en cómo se forma la identidad de género», asegura.

Ni siquiera es más habitual en el medio rural. En Galicia, donde hay predominio de la población en el campo, no ocurrió ninguna muerte.

Un dato llamativo es que la mayoría de las fallecidas en la comunidad el año pasado tenían entre 30 y 40 años, al igual que sus agresores, una generación que ha crecido con más libertades. Para la psicóloga, sólo hay un parámetro claro: las agresiones se producen a partir del tercer año de convivencia, «cuando cada uno va tomando cuotas de poder y permitiendo que las tomen».

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