El comisario jefe de los Mossos d'Esquadra, Josep Lluís Trapero, ha explicado este jueves que desde el cuerpo ya han hecho reformas dentro de la Brigada Móvil (Brimo), la unidad de antidisturbios, porque "había que oxigenarla". Lo ha dicho durante su comparecencia en la comisión parlamentaria de estudio del modelo de orden público y del uso de las pelotas de goma.

En su intervención ha recalcado que ante los cambios sociales, de los que los Mossos son muy conscientes, ha sido el propio cuerpo quien "ha abierto las ventanas para que pasara aire fresco", aunque ha puntualizado que no lo hacen para dejar pasar a los grupos violentos.

Entre otros cambios, han introducido una unidad de mediación, han mejorado el trabajo de información previo con una unidad específica, han impulsado una mayor regulación interna y la identificación de los agentes con el número identificativo.

Asimismo, el inspector en cabeza del área de la Brigada Móvil, Marc Caparrós, ha anunciado que los antidisturbios pasarán periódicamente un examen físico, psicotécnico y psicológico para garantizar que todos se encuentran en plenas facultades. La periodicidad será de uno o dos años, en función de la disponibilidad económica y el primer control podría ser hacia finales de año.

Trapero ha reclamado que los antidisturbios no sean considerados responsables jurídicamente por las consecuencias de sus actuaciones policiales porque cumplen órdenes, después de que haya habido imputaciones de agentes por lesiones a manifestantes en huelgas y protestas, como el caso de Ester Quintana.

En su intervención, Trapero ha recordado que la obligación de los agentes de la Brimo es acatar la orden y por ello la desobediencia "les haría incurrir en una responsabilidad disciplinaria".

Para el jefe de Mossos, el antidisturbio "no debería ser considerado responsable respecto a acciones que no ha decidido, la obediencia debida debería tenerse presente", por lo que ha pedido mejorar la responsabilidad jurídica que recae en dichos agentes.

Ha lamentado que además esta unidad tenga que aguantar la persecución, asedio e infamia, según sus palabras, por parte de algunos grupos y ha recordado que los Mossos "ejercen la fuerza, nunca la violencia".

Caparrós ha defendido el modelo de orden público de la policía catalana, que se articula alrededor de la "progresividad, la movilidad y la distancia", porque minimiza el número de heridos y optimiza los recursos disponibles del cuerpo. La alternativa, un modelo más basado en el contacto, acaba a menudo en escenas de "policías y manifestantes intercambiando puñetazos", una imagen "que no nos gusta".

En este sentido, ha pedido que no se supriman instrumentos ni material antidisturbios porque necesitan un abanico "amplio" de herramientas. Ojalá "no los tuviéramos que usar nunca" pero el "peor" es echarlas de menos cuando hay la certeza que si se pudiera hacer uso se podría resolver con más facilitado un conflicto, ha dicho.

"Hay situaciones que sólo tendrán solución con las pelotas de goma", ha advertido. Son "contundentes pero se hace un uso muy restrictivo" y en según qué disturbios sin estos proyectiles se tendrá que acabar llegando a un contacto que "provocará más heridos".

En cualquier caso, Caparrós ha asegurado que después de cada dispositivo se estudia detenidamente qué ha salido bien y qué ha fallado para no repetir errores del pasado. Cuestionado sobre las conclusiones del desalojo de la plaza de Cataluña, Caparrós ha asegurado que aprendieron que un dispositivo nunca puede estar gestionado por dos policías al mismo tiempo "porque no es operativo".

También que las nuevas telecomunicaciones complicaron mucho una situación que sólo tenía que ser "de limpieza" a través del "efecto llamada". La tercera lección fue que la "extrema violencia de algunos manifestantes" no apareció en los medios de comunicación, por eso decidieron equiparse "con videocámaras".