Un estudiante sordo suspende por no tener intérprete en la Universidad de Barcelona

Ha pedido un traductor para las clases pero la universidad le recomienda que lea los labios a los profesores y que vaya directamente a la Generalitat a exponerle su problema.
Adrián Cutillas da explicaciones sobre su situación en lengua de signos. (Hugo Fernández)
Adrián Cutillas da explicaciones sobre su situación en lengua de signos. (Hugo Fernández)
HUGO FERNÁNDEZ
Adrián Cutillas da explicaciones sobre su situación en lengua de signos. (Hugo Fernández)

Hasta que no se desarrolle la nueva Ley de Dependencia , los alumnos universitarios sordos se tienen que conformar con los apuntes que les prestan sus compañeros.

Este es el caso de Adrián Cutillas, un alicantino de 20 años que cursa Bellas Artes en la Universidad de Barcelona (UB) desde hace un año.

De momento ya ha perdido un curso de la licenciatura porque no disponía de un intérprete que tradujera al lenguaje de signos las explicaciones de los profesores.

Le acompaña un traductor

Adrián va a algunas clases

desde el mes de abril acompañado por un traductor que actualmente
no tiene el sueldo garantizado pero que se prevé que a la larga pueda recibir una remuneración a través de una ayuda del Instituto Catalán de Servicios Sociales.

La UB ofreció hace unos meses a este alumno un intérprete que cursaba un máster en Lenguaje de Signos en Catalán en la misma universidad pero Adrián lo rechazó porque no era un profesional.

Seis horas leyendo los labios

La universidad barcelonesa propone que Adrián, como los otros 15 alumnos sordos que también estudian en sus aulas, lean los labios de los profesores.

Esto es discriminación porque no accedo a la información de forma completa
Pero el alumno afirma a 20 minutos que este método es agotador y más si se tiene en cuenta que son
seis horas diarias seguidas de teoría.

"Esto es discriminación porque no accedo a la información de forma completa", denuncia el alumno.

Demasiado gasto

La adjunta del vicerector de estudiantes de la UB, Esperanza Ballesteros, afirma que el servicio de un traductor para todas las clases "supone un gasto demasiado alto para la universidad, cifrado en más de un millón de las antiguas pesetas".

Ballesteros propone una negociación directa del alumno con la Generalitat.

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