Antídotos de ficción y en prosa contra el "No me gusta leer"

  • Desde 1930 el 23 de abril se celebra en buena parte del mundo el Día del Libro.
  • El motivo de tal fecha: fallecimiento de Shakespeare y de Cervantes (aunque realmente fuera un día antes el que murió).
  • Desde el amor hasta las aventuras pasando por el suspense o la angustia: 20 lecturas para no tener excusas.
El 23 abril se celebra en casi el mundo entero el Día del Libro
El 23 abril se celebra en casi el mundo entero el Día del Libro
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El 23 abril se celebra en casi el mundo entero el Día del Libro

Antes de empezar, ¿es posible recomendar a los que no leen libro alguno para que lo hagan? Acaso haya quienes piensen que es ésta una atroz temeridad o una muestra pretenciosa, pero... si no es hoy, entonces, ¿cuándo?

Hace algunos siglos, 1616,  Shakespeare moría. Era el 23 de abril, y tal fecha daría a un día como hoy, en el que el atrevimiento y la recomendación podrán ser justificadas, la cifra exacta para hacerle fiesta a las letras. A todas las letras del mundo. En especial a las buenas.

Hasta 1930 no quedaría fijada como tal, pero desde entonces, y uniendo el fallecimiento de Cervantes (aunque realmente cuando murió fue el 22 y el día de su entierro fue el 23), se dedica la fecha a festejar el viaje más imaginario e imaginativo pero también o sobre todo su fomento.

Y de eso precisamente va aquí el asunto: tratar de conseguir que quienes, quizá frustrados por fallidos intentos o desanimados ante apabullantes recomendaciones, encuentren en los libros un placer que es y puede ser de todos. Simplemente hay que dar con el título exacto.

Y del Derecho de Autor

Porque no sólo es el Día del Libro, hay más: la Unesco decidió que este día serviría para rendir tributo mundial al Libro y a sus autores, pero también el Día del Derecho de Autor".

Este año la ciudad de Bangkok ha sido designada Capital Mundial del Libro en reconocimiento a su programa orientado a desarrollar la lectura entre los jóvenes y los sectores desfavorecidos de la población. Desde 2001, momento en el que fue designada Madrid como capital Mundial del Libro, cada año se elige una diferente.

Alejandría, Amberes, Montreal, Turín, Bogotá, Amsterdam o Buenos Aires han sido ya merecedoras de tal distinción.  Lo fundamental, sea la ciudad que sea, es encontrar la rendija por la que colarse y lograr el objetivo: que nadie se pierda este inmenso placer que es la lectura. Los días como éste sirven para darle el empujón que a veces se requiere. Y una fecha en la que el premiado con el Cervantes recibe su premio y lee su discurso. Este año los honores son de Caballero Bonald.

Una osadía, acaso, hablar de libros para los que no leen, pero si no es hoy, ¿cuándo?

20 píldoras para la evasión

Otra vuelta de tuerca, de Henry James. Intenso, breve, y terriblemente perturbador el relato de Henry James acerca de una institutriz que en un extraño caserón tendrá, o eso parece, que proteger a los dos niños a su cargo, del supuestamente fantasmal ambiente en el que viven. Probablemente sea una de las historias más originales e inquietantes de la literatura que sirvió a Amenábar como inspiración de Los otros

Marina, Ruiz Zafón. Considerada en principio una novela juvenil ha terminado siendo lo que debía desde el comienzo: una buena obra para todos los públicos. El mejor Zafón está en esta novela, en la que un joven de 15 años se mete en un viejo caserón abandonado. Allí conocerá a Marina y a su padre, un pintor viudo. El punto de partida de un relato que procura al lector tanto miedo como amor.

Un mundo feliz, Huxley. Como desgraciadamente ha ocurrido con demasiadas obras de aparente ciencia-ficción, en esa también ha sucedido: no pocos de los vaticinios literarios del autor forman parte de nuestro presente. En principio fue una metáfora del futuro, pero, hoy, ¿simplemente parte del día a día?

La historia interminable, Michael Ende. El autor de aquel mundo de Momo, que tan imposible parecía y al que tanto nos hemos acabado pareciendo, fue el creador también de esa Historia interminable que a tantos ha llegado. Fantasía elevada a buena literatura. Mejor que la película.

Rojo y Negro, de Stendhal. Un joven seminarista no sólo vivirá en esta historia, basada en un hecho real,  el inicio y conocimiento del amor, sino el internamiento en el crimen. El amor, la rebeldía, el dolor, la venganza, el poder y el clero dejan al lector sin razones para no seguir leyendo.

El túnel, Sábato. Con uno de los comienzos más populares de la historia de la literatura, Sábato lleva al lector hasta un viaje de amor, locura y muerte de un hombre atormentado hasta el mayor límite del ser humano. Casi novela negra, la historia engancha incluso al más reacio. "Bastará decir que soy Juan Pablo Castel, el pintor que mató a María Iribarne; supongo que el proceso está en el recuerdo de todos y que no se necesitan mayores explicaciones sobre mi persona".

El guardián entre el centeno, Salinger. Impactante en su día, y aquí el mérito: aún hoy, Salinger logró un espectacular y realista mapa de la adolescencia. Una visión sin edulcorantes, tan real que duele y que traspasa las a veces malditas fronteras de las edades. No sólo sigue siendo novela obligada en muchos institutos, sino un auténtico libro de culto, ágil y sencillo.

Drácula, Stoker. Demostrado ha quedado el gusto y éxito de los vampiros entre los más jóvenes y supuestamente menos dados a la lectura. Así pues, no hay excusas para no abrir este clásico, la fuente, el padre de los vampiros. Indiscutiblemente el mejor.

La isla del tesoro, Stevenson. Mantiene esta novela, escrita en el XIX, todo su valor iniciático. Muchos autores confiesan su amor a las letras gracias a este libro, el referente de aventuras. Un marino con una pata de palo se esconde en la posada Almirante Benbow. Cuando el joven Jim Hawks se adueña del mapa de una isla desierta donde se esconde una fortuna en oro robado, todo cambia de rumbo.

La verdad sobre el caso Savolta, Eduardo Mendoza. Conocido y reconocido por su literatura irónica y divertida (La ciudad de los prodigios, El misterio de la cripta embrujada...), escribió Mendoza en su primera novela una historia bien distinta. La obra narra ciertos hechos turbios, trata el tema del poder y sus suburbios, así como el amor. Un Mendoza tan serio que sorprende. Y fascina.

El amor en los tiempos del cólera, García Márquez. La película se cargó una de las más hermosas historias de amor de la literatura de todos los tiempos. Sin duda, y con perdón de todos los que defienden Cien años de soledad como su obra maestra, nada tiene que envidiar esta novela a la más popular del colombiano. Amor, amor, amor y más amor. Brutal amor.

Cumbres borrascosas, Brontë.  El amor imposible, turbio, difícil y terrible toma en esta novela un poder que imposibilita al lector dejar de leer. Nos mete Brönte tan dentro que hay momentos en el que parece que somos nosotros los que estamos sufriendo los efectos de las pasiones más fuertes, duras y potentes. Desgarrador.

Campos de fresas, Sierra i Fabra. El probablemente más reconocido escritor juvenil de nuestras letras logró con esta obra, escrita en 1997, un auténtico long-seller. Sigue vendiendo la historia de unos adolescentes y las drogas. Engancha y no sólo a los jóvenes, también a sus padres.

La casa de los espíritus, Isabel Allende. La primera y mejor novela de Isabel Allende narra la saga de una poderosa familia. El patriarca, déspota y autoritario, tiene un auténtico un imperio, que sin embargo empieza a resquebrajarse. La decadencia llevará a que la familia de este terrateniente se desintegre.

El señor de las moscas, de William Golding. Lúcido retrato del ser humano, en el que el autor lleva a una treintena de jóvenes a una isla desierta. Situación límite que lleva al hombre a sacar sus instintos más primitivos. Barbarie y educación: pilares fundamentales de la primera y más popular obra de Golding.

El perfume, Süskind. Brutal historia de cómo un perfumista puede llegar más allá de cualquier atisbo de cordura para dar con el olor más perfecto. Situada en la Francia de mediados del siglo XVIII, esta obra había vendido a las ocho semanas de su publicación ciento quince mil ejemplares.

Las amistades peligrosas, Choderlos de Laclos. Reflejo del relajado y libertino ambiente del Siglo de las Luces, su hipocresía social, sus secretos y sus crueles deseos y ambiciones, en esta obra el erotismo y las conspiraciones se llevan todo el protagonismo. Sin duda, una vez más, mucho mejor que la película.

La metamorfosis, Kafka. Tan breve que casi parece un relato, pero de una maestría absoluta. La prueba de cómo un autor, si es bueno, puede hacernos creer que alguien se levanta convertido en insecto y así ha de vivir.

A sangre fría, Truman Capote. Basada en el terrible asesinato de los cuatro miembros de una familia, y por los que fueron ahorcados dos hombres, esta novela dio a Capote su consagración. La profundización psicológica del autor en las mentes de los psicópatas fue tal que no pudo volver a crear nada similar.

Carrie, Stephen King. La venganza llevada a su máximo apogeo le dio a King una de sus obras 'salvables'. Una adolescente, aparentemente sin poder e influencia alguna, descubre que tiene unas capacidades sobrenaturales que le pueden llevar a hacer casi lo que quiera con quien se meta con ella.  Una manera bastante segura de abrir la puerta a la literatura.

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