Medio centenar de personas duermen todas las noches bajo los soportales de la Plaza Mayor de la capital. Otros buscan cobijo junto a los escaparates de las tiendas de Preciados, en el interior de cajeros o en las marquesinas de autobús. Y lo más preocupante es que cualquiera se puede encontrar, de la noche a la mañana, en esta situación: muchos de los nuevos sin techo son personas procedentes de la clase media o media-baja, españoles y con una elevada proporción de personas con formación academica, según los estudios del Samur Social (dependiente del área municipal de Servicios Sociales).

Los voluntarios del Samur han constatado que, entre los indigentes, hay cada vez más personas con estudios y con una vida anterior relativamente estable: el 23,6% de los sin techo madrileños tiene estudios superiores y el 41% declara que está en la calle tras perder el trabajo. Además, el 48% de ellos ya tienen nacionalidad española, frente al 42% que había en 2009. Las entidades sociales que ayudan a las personas en riesgo de exclusión social achacan este fenómeno al efecto de la crisis sobre la clase media.

Además, la nueva realidad rebate el tópico del sin techo que solo gana dinero con la mendicidad y vive alcoholizado o drogado. Según la observación de los servicios sociales municipales, solo el 6,4% de las personas que viven en la calle presentan síntomas evidentes de drogadicción y apenas el 21% tiene problemas de alcoholismo. Mientras, gran parte de los indigentes consultados por este periódico tienen una ocupación con la que intentan buscarse la vida: muchos utilizan sus habilidades como artistas callejeros (mimos, músicos,...), otros optan por la compraventa de chatarra o papel y algunos de ellos declaran que siguen buscando un trabajo. "En cuanto amanece, toda la gente que duerme en la Plaza Mayor se levanta y se dedica a buscarse el pan. Pocos se quedan entre los cartones", cuenta Jack, una de las personas que pasa las noches bajo los soportales de la Casa de la Carnicería.

El número de indigentes ha alcanzado este año su nivel más alto en la capital. El Samur Social contabiliza 2.041 personas sin hogar en Madrid, según el último recuento realizado este invierno. De ellos, 1.340 se alojan con frecuencia en albergues municipales o en pensiones, pero 701 duermen directamente en las calles. Este número de personas sin hogar es un 17% superior al que había hace dos años, cuando se realizó el último recuento oficial. Hasta hace dos semanas, la mayoría de estas personas pernoctaban en los albergues, gracias a las plazas extra que el Ayuntamiento habilita en invierno. Sin embargo, el 31 de marzo finalizó la Campaña del Frío y se cerraron 543 camas, con lo que muchas de estas personas sin hogar se han quedado en plena calle.

La presencia de gente pernoctando al raso es más habitual en el distrito Centro. Allí se concentra el 32% de los sin techo de la capital, según el Samur. "Aquí en el centro te sientes más seguro, estás rodeado de más gente y sientes menos soledad. Además, aquí es más fácil ganarte la vida: en la Plaza Mayor es más fácil encontrar gente que te pueda dar algo de dinero", explica otro de los habituales de la Plaza Mayor.

Las personas sin techo tienden a juntarse en grupos, creando pequeños asentamientos urbanos, para sentirse más seguros y menos solos. En la actualidad existen 105 núcleos en la ciudad, tal y como apuntó la directora general de Igualdad de Oportunidades, Rocío de la Hoz, en una comisión municipal. En los últimos meses, según datos de la oposición y de asociaciones vecinales, han ido surgiendo asentamientos de sin techo debajo del puente de López de Hoyos, del de Vallecas, en los alrededores de Ventas, bajo algunas pasarelas de la M-30, en el entorno del Planetario y en muchos de los solares abandonados por toda la capital. Además, permanecen los ya clásicos núcleos de Plaza de España, Tirso de Molina o Lavapiés.

El Consistorio de la capital es consciente del drama que sufren las personas sin techo. Por ello, la alcaldesa Ana Botella ha adquirido el compromiso de "erradicar el sinhogarismo en un plazo de cinco años", mediante un plan específico que están elaborando los técnicos municipales. "Es absolutamente indeseable que haya personas a nuestro lado que viven en la calle. Vamos a hacer todo lo posible", aseguró la delegada del área de Familia y Servicios Sociales, Dolores Navarro.

Rocío y Paco, 44 y 64 años: "Vivimos en la calle, pero sobrevivimos con honradez"

Paco trabajaba en el campo en Ciudad Real y llegó a Madrid a dedicarse a la construcción. Cuando estalló la crisis inmobiliaria, se encontró sin ocupación, sin dinero y sin recursos familiares a los que acudir. Rocío vivía en Pontevedra, pero "por problemas familiares" acabó en Madrid y se vio obligada a pedir dinero en la calle. "Nos conocimos en la calle, vivimos juntos y nos hacemos compañía. Lo más importante en nuestra situación es no sentirte solo", asegura Paco.

Se construyeron un chamizo en un solar próximo al parque de Enrique Tierno Galván, junto al Planetario. Allí pasan la noche y durante el día se acercan al centro de la capital para sobrevivir al día a día: "Yo pido en la puerta de un centro comercial y vivo gracias a la buena fe de la gente. Al menos gano algo para comer", dice Rocío. "Y yo me dedico a la chatarra. Pero cada vez gano menos. Hay tanta gente en la calle recogiendo chatarra que tocamos a poco cada uno", añade Paco. Pese a las dificultades, intentan vivir honradamente: "Vivo en la calle, pero no soy de la calle; siempre he sido una persona trabajadora y quiero seguir siendo un hombre digno".