Los escritores Eduardo Galeano, Juan Madrid, Julià de Jodar, Shangay Lily, Marta Sanz o Felipe Alcaraz; cineastas como Benito Zambrano o Emma Cohen; músicos como Lucía Socam, Juan Pinilla o Manuel Romero; pintores y dibujantes como Vázquez de Sola, Carlos Azagra y Joaquín López Cruces; políticos como Julio Anguita o José Manuel Mariscal; y familiares de Carlos Cano, la hija de Rafael Alberti o la propia familia del pintor José Pérez Ocaña, han iniciado un manifiesto para exigir que "de una vez por todas" se abra un museo dedicado a este pintor en la localidad sevillana de Cantillana, donde el artista fallecido hace 30 años, nació el 24 de marzo de 1947.

Esta iniciativa ha sido puesta en marcha por la cooperativa Atrapasueños, que está movilizando a los sectores culturales más comprometidos para impulsar desde la ciudadanía un movimiento que ayude a conseguir un espacio expositivo permanente para uno de los artistas "más singulares y geniales" que han nacido en Andalucía. En el manifiesto, que seguirá abierto a firmas y adhesiones hasta el día en que se inaugure el Museo Ocaña, se exige a "todas las administraciones encargadas de velar por el patrimonio cultural e histórico —diputación, consejería de Cultura y Ministerio de Cultura— que atiendan esta demanda ciudadana y apoyen al equipo de gobierno del Ayuntamiento de Cantillana en su puesta en marcha.

Así, en el citado manifiesto, recogido por Europa Press, se destaca que la "inconfundible" pintura del artista andaluz, que vivió una importante parte de su vida en Barcelona, "es una de las aportaciones más importantes a los movimientos pictóricos de vanguardia de los años 70 y principios de los 80", toda vez que afirma que "el pintor fue uno de los máximos exponentes de la libertad que tanto se ansiaba en aquella época".

Además, este documento resalta que el pintor Ocaña "fue un artista comprometido que se expresaba con gran libertad sin atender a las posibles consecuencias de un país todavía anquilosado en unos valores arcaicos y peligrosos", y que "fue un luchador por el reconocimiento y la igualdad del colectivo LGTB". En este sentido, señala que "se convirtió en un personaje típico de las Ramblas, se travestía sin ningún tapujo a plena luz del día con una mezcla de andaluza y de religiosidad típica de su tierra y vivía rodeado de los que le querían y entendían".

"De original vida, Pérez Ocaña también encontró la muerte de la manera más sorprendente", recoge este texto, que explica que al volver a Cantillana para celebrar unas fiestas de carnaval y reunirse con su familia Pérez Ocaña confeccionó un disfraz de sol, con papel, tela y bengalas, que desafortunadamente se quemó, produciéndole quemaduras mortales. "El 18 de septiembre de 1983 Pérez Ocaña moriría en el hospital, una semana después de haberse quemado accidentalmente. Como diría Carlos Canos, "se fue vestido de sol", señala.

Asimismo, y aunque "después de su muerte se han organizado exposiciones, producido películas y documentales, y publicaciones en torno a su vida y obra. Trabajos encomiables de grandes artistas, profesionales y autores que han puesto en valor su trayectoria", sin embargo, prosiguen los firmantes, "consideramos que hay que hacer otro esfuerzo aún mayor, como es el caso del tantas veces anunciado Museo Ocaña".

Además, prosigue, "la deuda con la memoria de Ocaña está ahora más vigente que nunca, pues la actual crisis económica no puede ser la excusa para borrar nuestra identidad y nuestra historia. La memoria de Ocaña, que no es otra cosa que su vida y su obra, tiene que estar presente de forma permanente para que las generaciones jóvenes conozcan la talla intelectual y artística de personas como Ocaña".