El escritor Rafael Chirbes continúa en En la orilla (Anagrama) con el retrato que inició de la crisis en su anterior libro Crematorio, si bien en esta ocasión bucea en la "podredumbre que había detrás" de la especulación, la modernización y el avance en los años previos a la crisis en España.

En la orilla retrata la vida de varias personas en el pantano de Olba, una localidad cerca de la costa marcada tanto por la Guerra Civil como por los abusos en épocas recientes de constructores y políticos, que han terminado por desfigurar el paisaje y también la vida de sus habitantes.

Un pantano sirve al escritor como puente para diferenciar los dos mundos en que se dividen tanto las personas como la propia localidad.

"El pantano estaba quieto en los años pasados del ladrillo, estaba ahí muerto y seguía degradándose. Cuando a la gente le quitas el espacio tribal que comparte con sus vecinos, queda un pantano que sigue pesando mucho".

Bajo la fórmula de un realismo social, mezclando en esta ocasión monólogos con diálogos y el uso de la tercera persona, Chirbes avanza en la narración para hablar de la inmigración, el amor, la vejez o los negocios de los personajes de la novela, siempre usando las "contradicciones entre la ideología y lo que ocurre".

Esteban, cuyo negocio ha sido embargado y debe cuidar a su padre en estado terminal, es el hilo conductor de la historia, ya que su situación afecta al resto de los personajes. Una de sus mayores preocupaciones es la degradación física de su padre, la cual se muestra con dureza frente a una familia dividida por la herencia, pero que no quiere asumir sus cuidados.

"La vejez es muy dura y esto se acaba, y acaba fatal, porque no hay ningún final bueno. Es ley de vida", ha explicado Chirbes, quien considera que "mirar sin adornos" es otra de las características del libro. "Todos conocemos historias de padres con demencia senil, tubos...y a medida que se acercan a ti, van ocupando tu vida y tienen un papel más grande", ha señalado.

Detrás de esa degradación también se encuentra el dinero, que mueve las relaciones entre todos y es "el único refugio" de sus personajes.

A través de un monólogo final de Pedrós, el mayor empresario de la zona y en cuyos negocios ha envuelto a Esteban, queda una radiografía que Chirbes califica como "el mito del eterno retorno". "¿Dónde está el refugio? Donde esté el dinero y, por eso, todos hablan de él", ha señalado.

El amor tampoco sale bien parado, con relaciones rotas por esa carencia de dinero. "El amor es un hecho entre biológico y económico, las relaciones pueden ir bien porque nos atrae el cuerpo, pero como no te atraiga también la posición social puede llegar a ser un amor tormentoso", ha señalado.

Y entre medias, la Guerra Civil española, que ha servido para marcar el estatus de todos y, como consecuencia, definir sus futuras actuaciones. "Si uno se pone a mirar de dónde viene, probablemente cuando llegue a su padre o abuelo acabe encontrando el crimen original. Aquí hubo una guerra y uno es hijo de ese reparto, de los que fueron beneficiados o privados y, en medio, un sector que fue las dos cosas".

En cualquier caso, Chirbes opta por contar la doble moral de las personas y sus "fingimientos" sin tomar partido ni juzgar a los personajes. De esta manera, evita definir a una persona como "buena o mala", ya que entiende que de hacerlo "acaba saliendo un sermón", entiende.

"Es un libro contra la beatería, todos sabemos que nuestra posición no es la que debería ser. Pero al final, desayunar, comer, merendar y cenar son los cuatro problemas trascendentales para el que no tiene eso", ha resaltado.

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