No (ríe). Cuando trabaja, está muy entregado en lo que hace, es muy serio, muy tenaz, no duerme, prácticamente nunca está de mal humor, conoce a todo el mundo en el plató y la vida privada de cada uno. Es encantador.

¿Recuerda alguna anécdota?

Cuando Will enseña a besar a Kevin. Todo el día estuvimos reescribiendo el guión y ensayando. Nos quedaban un par de horas antes de que se fuera el sol y les dije: «Vamos a rodarla ya, ahora mismo». Fue un infierno, pero al final conseguimos una de las mejores escenas.

En su juventud, ¿era tímido con las chicas o tenía tácticas para acercarse a ellas?

He sido un inexperto toda mi vida (vuelve a reír), pero Will no sabe nada. En realidad, él aprendió todo de mí.

¿Han cambiado las técnicas?

No ligo desde la Segunda Guerra Mundial, así que no lo sé. Desde siempre, los hombres han sido más atrevidos. Las mujeres han controlado todo el juego, mientras ellos aún están leyendo el reglamento.

¿El amor es el sentimiento más importante?

Absolutamente. Cuando una persona encuentra el amor verdadero, no la pasión o el sexo, es la fuerza más potente. Y te puede transformar.

¿Es un sentimiento eterno?

El amor evoluciona con la persona y con los años. La búsqueda del amor eterno sí que dura toda la vida.

¿Qué le gusta hacer?

Busco un hobby de verdad. Me gustaría saber más de vinos, arte… Algo nuevo es que me apasionan las trufas. Montaré una granja o lo que sea donde pueda dedicarme a ellas.

BIO

Nació en Chicago, Illinois (EE UU). Ha dirigido Sweet Home Alabama (2002) y Ana y el rey (1999). Tiene varios proyectos entre manos: rodar Being Booey con Film Buff Productions, y un thriller en España junto a Red Om Films.