Pero hace tres años Elena Sarrias e Isabel Baró demostraron que no era así.
¿Triunfaría una tienda de bisutería que funcionase como un autoservicio? Ésa fue la apuesta de Festutu: dejar en manos de cada cliente la composición del abalorio que desee y, por tanto, su coste. Dado que Elena había trabajado en una empresa familiar, conocía el género; sobre Isabel, interiorista, recayó la responsabilidad de dotar a la tienda de una imagen atractiva.
La acogida fue "buenísima", recuerda Isabel. "Hay gente que no sabe que es capaz de crear cosas con sus manos". Dicen que han aprendido sobre la marcha, y aquel modesto primer comercio ha dado paso hoy a una cadena con tres establecimientos en Barcelona y una plantilla de siete personas.
Su proyecto ha sido finalista del Premio a la Mujer Emprendedora que concede Barcelona Activa, la agencia municipal que también les asesoró para crear el negocio. óscar bordona.
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