Aunque los críticos de arte suelen clasificar las obras de Eckart Hahn (Friburgo-Alemania, 1971) como "realismo fantástico", la etiqueta resulta imprecisa e insuficiente ante las escenas que imagina el pintor. Las bolsas arrugadas de plástico, las láminas de aluminio y otros elementos agresivos para la naturaleza se unen a la delicadeza de los animales salvajes; los escenarios de colores planos contrastan con el detalle del plumaje de las aves.

Asphodeliengrund (Prados Asfódelos), en la galería Wagner + Partner de Berlín a partir del 15 de marzo, presenta una selección de las obras más recientes del pintor autodidacta, rechazado durante años por las galerías por su estilo figurativo y la falta de grandes nombres que lo respaldaran y ahora cada vez más popular entre los coleccionistas.

La exposición recibe el nombre del inframundo al que, según la mitología griega, iban a parar todos los espíritus sin que se tuviera en cuenta el mal o el buen comportamiento de la persona en vida: era el primer lugar que se visitaba tras la muerte, antes de que las almas buenas fueran enviadas a los campos Eliseos y las almas que habían sembrado el mal sufrieran en el Tártaro. Los prados eran un paraje neutro poblado de asfódelos, las flores que —se suponía— eran las preferidas por los muertos, que también las comían.

Tres pájaros se posan en una construcción que imita a un árbol pero exhibe brillos metálicos, al pie de la estructura yacen tres aves sin vida. Una lechuza blanca —sobre un fondo amarillo y vacío— permanece sobre una alcachofa cubierta de petróleo. El autor representa la vida natural en un ambiente desnaturalizado y las figuras permanecen estáticas, como congeladas en un marco reducido y estéril.

Las pinturas de Hahn muestran una clara influencia escultórica y con el tiempo han pasado de mostrar oscuros y amplios escenarios a la total ausencia del paisaje. En los últimos años el artista también ha reducido de forma drástica su paleta a los colores básicos. El rojo, el amarillo, el azul, el blanco y el negro exhiben su pureza en un guante de goma, un cisne atado a una pantera o las figuras de un belén cubiertas de trozos de bolsas de plástico.