El álbum blanco de los Beatles, como siempre ha sido conocido aunque en realidad no tenía título alguno, fue editado por el grupo en el otoño de 1968. Lo envolvieron como una pieza de arte conceptual, dentro de una cubierta blanca y vacía con el nombre del grupo troquelado, casi invisible, y un número de serie para cada ejemplar. En teoría se prensaron y pusieron en el mercado tres millones de ejemplares del disco, un álbum con dos elepés.

Si a usted le sobra alguno por casa, el artista Rutherford Chang está dispuesto a comprarlo, sin que importe el estado de conservación de la funda o los vinilos. No es mal negocio, porque la tirada inicial fue tan numerosa que el disco no tiene demasiado valor en el mercado de la segunda mano.

We Buy White Albums (Compramos álbumes blancos) es un iniciativa artística. Chang ha convertido la galería Recess de Nueva York, al tiempo un espacio de exposiciones y un taller de arte abierto al público en la serie Session, en una tienda de discos. ¿Característica diferencial?  No venden discos: sólo compran y sólo están interesados en el disco de los Beatles.

Chang instaló su tienda en la galería el 7 de enero y la cerrará el 7 de marzo. Cuando llegó colocó en varios cajones de los habituales en los minoristas discográficos sus 650 copias del álbum blanco. Como se ofrece a comprar todos aquellos ejemplares que le lleven, estén como estén, ahora ya tiene casi 700. Ha pagado por las adquisiciones entre uno y veinte dólares (entre 0,7 y 15,2 euros).

Se trata de un experimento de "catalogación exhaustiva", dice el joven artista, que considera los tres millones de ejemplares numerados de la primera edición "el objeto definitivo para un coleccionista" y espera conseguir "tantas copias como sea posible". También es un proyecto con cierto tono crítico, una "antitienda" que se mofa del afán neurótico del completismo (tener absolutamente todos los discos de determinado músico) y de la pedante idea de serialidad artística que los Beatles quisieron dar a su obra.

Entre los setecientos álbumes blancos hay, desde luego, todo tipo de señales y signos de personaloización. Aquella carpeta en blanco era como un lienzo que invitaba a escribir grandes palabras, mensajes personales, eslóganes o dibujar ñoñerías (signos de la paz y flores mandan en el ranking).

Chang destaca también este carácter: considera que cada copia es única y que la posibilidad de confeccionar una cubierta a medida ya no es posible con la universalización de la música en archivos digitales sin forma ni envoltorio.

Los visitantes a We Buy White Albums son invitados a repasar la colección y escuchar cualquiera de los discos. Durante su estancia en la galería, el artista digitalizará todas las copias y creará una base de datos con las características y detalles de personalización de cada una. Tras el cierre de la antitienda, Chang hará un álbum doble donde acumulará, una sobre otra, todas las canciones de todos los ejemplares —hay un ejemplo alojado en Soundcloud—. Utilizará la misma técnica acumulativa para la cubierta: compondrá una imagen con capas de cada una de las carpetas.