Hay pacientes a los que el dolor se les vuelve crónico y se les instala en el cuerpo el resto de la vida; puede ser después de una operación delicada o fruto de una enfermedad degenerativa en la que no hay analgésico que valga.

Para aliviar este sufrimiento, existen en Madrid 12 unidades de dolor (una más está en marcha en el hospital de Móstoles) en grandes hospitales públicos, pero muchas están saturadas.

En la región, los pacientes con esta patología sufren esperas de hasta dos años para ser atendidos, según han confirmado a 20 minutos fuentes médicas.

"Situación caótica"

"La lista de espera es muy habitual porque las unidades están infradotadas; en la mayoría de los centros supera los dos años" reconoce el jefe de la unidad del dolor de un hospital, que prefiere ocultar su nombre.

"Yo acabo de ver a un paciente que pidió cita en 2004, la situación es bastante caótica", añade.

Cada unidad del dolor atiende a unos 1.000 pacientes nuevos al año (unos 13.000 en toda la región) mientras que otros 3.000 son sometidos a revisiones continuas.

La Consejería de Sanidad responde que "no hay listas de espera" y que trabaja en la elaboración de un sistema unificado para conocer la situación de las consultas.

El portavoz de Sanidad en el PSOE, Lucas Fernández, afirma que la Comunidad oculta los datos.

Enfermedades que no se pueden tratar

La unidad del dolor es un área en la que se trata a los pacientes que padecen un dolor crónico que los especialistas ya no pueden tratar o que acompaña a ciertas enfermedades.

Patologías degenerativas

Entre las enfermedades que pueden acabar en la unidad del dolor están las relacionadas con la degeneración de los huesos; dolores de espalda y neuropatías (lesiones de nervios).

No hay cura sólo alivio

El dolor crónico no se cura, sólo se alivia y los tratamientos, que suelen ser ambulatorios, van desde la prescripción de fármacos potentes hasta la administración de morfina.

Un sufrimiento sin tregua

El hospital de La Princesa dio cita para dentro de un año a un hombre que padece dolor crónico.

No hay nada que mitigue la pena de Joaquín González, de 80 años: su dolor es sordo, pesado, como si arrastrara una carga desde la parte baja de la espalda hasta las rodillas.

Cuando se levanta, tiene que apoyarse en la pared para no caer al suelo, y afeitarse le resulta una misión imposible.

Sólo caminar le alivia un poco aunque el dolor no se va nunca, ni por las noches, así que apenas duerme.

En los primeros días de junio, Joaquín comenzó a sufrir "unos dolores fortísimos" que desataron la alarma.

Como los comprimidos que el médico de cabecera le recetó no funcionaron, fue remitido al especialista.

El resultado fue claro: padece un desgaste progresivo de las vértebras y su columna "es como una hoz".

Única opción, la unidad del dolor

Con ese diagnóstico no había más remedio que acudir a la unidad del dolor, pues ningún medicamento común puede aliviarle.

El 13 de octubre, Joaquín pidió una cita en el hospital de La Princesa, su centro de referencia, y su sorpresa fue enorme cuando le dijeron que se la daban el 3 de octubre de 2007.

"Lo que yo estoy pasando no lo sabe nadie. ¿Cómo se puede vivir un año así?", dice Joaquín.

El hospital alega que sólo se trata de un problema con "unas bajas médicas" y que no existen listas de espera.

Tras conocer el caso a través de 20 minutos, la cita de Joaquín ha sido cambiada y le atenderán el próximo miércoles.