Los barrotes a cuestas

Trabajan y rehacen su vida, pero no dejan de cumplir condena silenciosa. Los prejuicios arrojan sobre los ex reclusos la eterna sombra de la duda.
Carlos.
Carlos.
Carlos.
Los presos no visten de naranja, pero, al igual que en el cine, en las cárceles españolas no se abre ninguna puerta si no se cierra la anterior.Cuando por fin se sale, espera la libertad, sí, pero también el estigma, que se arrastra como esa bola atada al tobillo que se dibuja en los cómics. «La verdadera condena no es la que cumples, sino la que llevas a la espalda toda la vida, y es la que más duele», confiesa Carlos.

Apenas pasó unos meses entre barrotes, pero han marcado el resto de su vida. «Hasta tu propia familia llega a dudar de ti y todos se preguntan si lo hiciste».

Perdió ocho kilos en 40 días y salió en tercer grado con tuberculosis. El tiempo allí no fue bueno y comenzar de nuevo... podía ser peor. «Tuve amigos que me negaron el saludo; sin embargo, topé con gente que no me conocía de nada y me tendió una mano», reconoce. A su actual jefe le contó todo desde el principio: «Le dije, ¡mira! si quieres confiar, te lo voy a demostrar, pero vengo con la verdad por delante y esto es lo que hay».

No se puede fallar

Defraudar es un lujo que no se pueden permitir. Él no lo ha hecho y lleva ya seis años en su puesto de trabajo. Eso sí, evita hablar del tema, al igual que le ocurre a otro ex recluso, Jesús: «Para mí fue como si me taladraran la cabeza. Yo no soy un delincuente, fue fortuito, aunque alguien muriera», asegura. «Mi hija tenía siete meses, pero llegué a decirle a mi mujer que se buscara otro, que lo mío iba para largo», recuerda.

En el módulo 13 hacían por entenderse y ayudarse, pero también hay indeseables. Y ése es, según Jesús, el problema. «La gente piensa que cuando el río suena agua lleva y, por si las moscas, algo habrás hecho y no serás trigo limpio».

Perdió amigos y cree que a la hora de buscar empleo no puedes ir con la verdad por delante. «En mi actual trabajo no lo sabe nadie. Pidieron informes a mi anterior jefe y guardó el secreto».

En silencio o abiertamente, pasar por la prisión es algo difícil de borrar de la memoria y del expediente.

La llave del tiempo

Un trabajo es la llave para labrarse un futuro fuera de la prisión, pero es también la mejor manera de que el tiempo pase lo más rápido posible cuando no te queda otra que estar al otro lado del muro. En Villanubla, 102 reclusos realizan labores de mantenimiento, cocina, lavandería o limpieza a cambio de un salario a seis euros la hora.

Presos en el trabajo

Carlos

Se vio involucrado en un tema de drogas, acompañaba a alguien a quien pillaron con 250 gramos. Le condenaron a ocho años, pero apenas cumplió unos meses y salió en tercer grado. Ahora trabaja como repartidor en furgoneta por la ciudad. En su trabajo lo sabían desde el principio.

Jesús

Cuando iba a entrar en casa con su mujer e hija le asaltaron con navajas. Se defendió y dejó a un agresor mal herido, que terminó muriendo. Le condenaron a 14 años. Ha pasado nueve en la cárcel. Ahora está con la condicional. Trabaja en la construcción. Sus compañeros no saben nada.

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