La misma fuente explica cómo la demanda de la píldora postcoital se incrementó progresivamente desde el inicio de la prestación (en 2002) hasta 2004, debido a «la mayor información que fue teniendo la población sobre su existencia y efectividad».
Respecto al perfil, el 68% de quienes demandaron la pastilla este año fueron mujeres mayores de 20 años. La mayoría aseguró que era la primera vez que la usaba y que lo hacía tras mantener una relación sexual en la que se había roto el preservativo. Al ser preguntadas por el método anticonceptivo que usaban habitualmente, un 69% indicó que el preservativo; un 12% dijo que no usaba ninguno y el resto señaló otros procedimientos: la anticoncepción hormonal o el DIU.
Esta píldora impide el embarazo retrasando la ovulación o evitando la fecundación. No actúa si el óvulo está implantado en el útero, por lo que no afecta al embarazo ni provoca abortos. La Consejería de Salud fue la primera administración sanitaria en recetarla en las urgencias de centros de salud y hospitales.
El tiempo sí importa
La eficacia de la píldora va en proporción a las horas transcurridas desde la relación de riesgo. Tomar la primera dosis antes de que pasen 24 horas de la relación eleva el éxito del tratamiento al 95%. Si se toma entre 25 y 48 horas, será del 85%, y si pasan más de 48, de un 58%. El médico da dos pastillas de Levonosgestrel. La primera debe tomarse antes de que pasen 72 horas del coito. La segunda, a las 12 horas de la primera toma.
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