Un pacto con el diablo

Es necesario que todo cambie para que todo permanezca igual. Algo así ha ocurrido en Cataluña, donde la victoria electoral de CiU podría resultarle tan amarga como fue la de 2003. Artur Mas se presentó al electorado con un dilema casi shakesperiano, y entre él y el caos los votantes han optado por lo segundo.Como ocurriera hace tres años,
Esquerra, un partido demonizado por todos, tiene en su bolsillo
las dos llaves que abren la puerta del Gobierno y una de ellas parece muy cerca de la cerradura de un nuevo tripartito.

Si algo ha puesto de manifiesto estas elecciones es el hartazgo de una ciudadanía, que ha redondeado una cifra de abstención superior al 43% y ha alumbrado un partido de descontentos, Ciutadans, que irrumpe en el panorama político con tres escaños. El partido inspirado por Albert Boadella y un grupo de periodistas e intelectuales nació como una reacción a la deriva nacionalista del PSC y se ha tomado cumplida venganza.

Ciutadans es algo bastante raro. Su presidente, Albert Rivera, el hombre que da la cara en lugar de los promotores, dice que el partido es socialdemócrata, progresista y liberal a un tiempo. Lo que más claro tienen es que el Estatuto ha de volver a reformarse, especialmente en sus cuestiones idiomáticas, para equiparar al castellano con el catalán. Será su primera iniciativa en el Parlament.

PSC, tripartito o socioconvergencia

Los socialistas han sido los grandes derrotados de los comicios. Han perdido cerca de 250.000 votos, fundamentalmente en su feudo tradicional, Barcelona, donde ha cedido a CiU el puesto de primera fuerza política. La caída del PSC ha nutrido a Ciutadans y a Iniciativa, que es el único partido del Tripartito que puede presumir de crecimiento con sus 12 diputados.

El PSC tiene ante sí dos caminos: liderar la reedición de un Gobierno catalanista y de progreso, como proponía ayer mismo José Montilla, o hacerle la vida fácil a Zapatero y dejar que sea el partido más votado y con más representación el que gobierne. Pese a que son once los escaños que le separan de CiU, el partido sufriría más de una convulsión si se regalara conscientemente la Generalitat a los convergentes. La posibilidad de una alianza entre los dos partidos mayoritarios, lo que se ha dado en llamar la ‘sociovergencia', sólo sería una vía a explorar si las presiones de sus dos aliados naturales (ERC e IC) fueran insoportables.

Todo, en principio, gira alrededor de Esquerra. Los republicanos se jugaban demasiadas cosas en la campaña, empezando por el liderazgo de un Carod-Rovira al que su propio partido lleva tiempo queriendo jubilar. Sus 21 diputados les aseguran un papel determinante, ya que en su mano estará dar o quitar el Gobierno. Los independentistas han demostrado que cuentan con un suelo electoral importante. Pese a todo, han perdido algo más de 130.000 votos, de ellos 100.000 en Barcelona.

Había que estar pendientes, por tanto, de lo que dijera Carod, y el presidente dejó abiertas las dos posibilidades. "Puede haber más de una llave, pero, en todo caso, sólo aceptaremos abrir puertas si éstas se abren desde Cataluña, sólo estaremos en un gobierno decidido desde Cataluña y no en La Moncloa", dijo, en una clara advertencia a posibles maniobras del presidente del Gobierno.

CiU, victoria amarga

Artur Mas no tardó en ofrecerse como puntal de ese Gobierno hecho desde Cataluña. Su propia supervivencia política está en juego. Anoche hablaba de negociar pactos con humildad y generosidad, y una buena ración de ambas le va a hacer falta. CiU puede ser muy generosa con el PSOE en Madrid si se lo propone pero es posible que eso no sea bastante.

El drama de CiU es que, pese a pasar de 46 a 48 escaños, ha perdido cerca de 100.000 electores.

Es posible que no vuelvan a darse circunstancias tan favorables para que Convergencia vuelva a la Generalitat. A Mas se la habían puesto como a Felipe II: Zapatero le había convertido en el eje imprescindible del Estatuto; el Tripartito se hizo el hara-kiri, y a su principal rival, Pasqual Maragall, se le jubiló anticipadamente y a la fuerza. En CiU, fundamentalmente en Unió, no tardarán en preguntarse qué más tiene que ocurrir para recuperar el poder. Y posiblemente lleguen a la conclusión de que el obstáculo es el propio Mas.

Quién sí ha resistido el envite ha sido el PP. Era el partido que concurría a las elecciones en peores condiciones, después de haber encabezado toda una campaña contra el Estatuto que culminó con la presentación de un recurso ante el Tribunal Constitucional. Josep Piqué ha logrado salvar algo más que los muebles con esos 14 escaños, uno menos que los que obtuvo hace tres años.

Piqué ha tenido muchas cosas en contra, empezando por la actitud de algunos dirigentes nacionales que siempre han creído que su catalanismo es incompatible con el ideario del PP. Los temores de que Ciutadans, una formación que ha sido jaleada intensamente por los medios más próximos a los populares, pudiera convertirse en su competencia directa se vieron finalmente conjurados. Mantenerse como cuarto partido de Cataluña con algo más del 10,6% de los votos es, sin duda, un éxito.

Como exitosos han sido los resultados de Iniciativa, la única fuerza que ha sacado réditos del Tripartito y que ha logrado subir en votos. "Hemos ganado", decía Saura. Y llevaba razón.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento