Exponen la obra del fotógrafo sionista Roman Vishniac, único retratista de los guetos judíos

  • Fue contratado en 1935 por el 'lobby' sionista de los EE UU para que documentase a las colectividades de judíos pobres de Europa del Este ante el ascenso del nazismo.
  • Hizo 16.000 negativos, fue capturado en la Francia ocupada e internado en un campo de detención, pero logró cruzar el Atlántico cosiendo la película a su ropa.
  • La obra de Vishniac, criticado por la visión parcial que dió de los judíos: nunca hizo una foto de la alta burguesia, se expone en el CIP de Nueva York.
Una de las fotos a colectividades judías de Europa del Este de Roman Vishniac
Una de las fotos a colectividades judías de Europa del Este de Roman Vishniac
© Mara Vishniac Kohn. Courtesy International Center of Photography.
Una de las fotos a colectividades judías de Europa del Este de Roman Vishniac

Era un propagandista y no tenía demasiado arte como fotógrafo, pero fue valiente y se arriesgó para entrar en los guetos judíos de varios países de Europa del Este para retratar, por encargo del lobby sinionista estadounidense, la vida cotidiana en un momento histórico en el que mandaba el racismo y se podía adivinar el pronto ascenso del nacionalsocialismo que condujo al Holocausto. La obra de Roman Vishniac (1897–1990), un fotógrafo polémico y un sionista convencido, se expone en Nueva York.

Roman Vishniac Rediscovered (Roman Vishniac, redescubierto), organizada por el International Centre of Photography (ICP) de Nueva York (EE UU), es la primera muestra que ahonda en la obra compleja y abundante de este personaje incómodo y paradójico: procedía de una familia millonaria pero nunca retrató, quizá porque las consignas que obedecía eran otras, a un judío de la muy sólida y numerosa alta burguesía europea previa al nazismo; era valiente pero también entreguista; contó muchas mentiras y se escudó en que su trabajo en los guetos había sido un "encargo de Dios", cuando en realidad le pagaba el capítulo estadounidense del American Jewish Joint Distribution Committee, uno de los muchos apéndices del poderoso lobby sionista.

Paraguas y diamantes

Nacido en  San Petesburgo y criado en Moscú, el padre de Vishniac era dueño de la mayor fábrica de paraguas de Rusia y la madre era la heredera de una saga familiar de vendedores de diamantes. La familia tenía suficiente dinero como para pagar institutrices que educasen a los hijos en casa, sufragar las vacaciones en una lujosa dacha de verano y regalarle a Roman un equipo completo y sofisticado para que practicase su pasión, la biología. Cuando adaptó una cámara al microscopio para hacer fotos de animales viviseccionados desarrolló una segunda afición, la fotografía.

Escapados a Berlín en 1920 por el antisemitismo que adivinaban en algunos sectores de los bolcheviques soviéticos, los Vishniac vivieron en la capital alemana durante la República de Weimar (1919-1933) —en la que se incubó el huevo de la serpiente del nazismo—. Roman, se casó, trabajó como profesor de biología y zoología y se dedicó a la fotografía como hoby haciendo tomas naturalistas y cándidas de escenas callejeras.

Recolectar dinero para los judíos del rural

En 1935, cuando los planes de persecución racial de los nacionalsocialista de Hitler eran claro, el fotógrafo recibió el encargo de hacer fotos de los shtetl (poblados) y guetos judíos de Rusia, Polonia, Checoslovaquia y Lituania para, mediante la difusión de las imágenes, recolectar dinero de la comunidad internacional para las colectividades pobres, sobre todo rurales, de judios.

Con 52 kilos de equipo a sus espaldas —cámaras de cine y fotos, trípodes...— recorrió en solitarios miles de kilómetros hasta 1939. Fue detenido más de una vez por las policías de diversos países, que le acusaron de ser un espía, y tuvo que tomar muchas fotos a escondidas porque los judíos ortodoxos entendían que las imágenes eran una invasión del alma de los sujetos retratados. Para trabajar en interiores iluminaba levemente las escenas con lámparas de queroseno.

Escapó a los EE UU

En 1940 logró llegar a París, pero las autoridades pronazis le internaron en un campo de detención porque le consideraban apátrida. Después de tres meses y gracias a los esfuerzos y el dinero que pagó el American Jewish Joint Distribution Committee, escapó hacia Lisboa y embarcó a los EE UU, donde le esperaban su mujer e hijos. Llevaba encima 2.000 de los 16.000 negativos de las fotos que hizo en las colectividades de judíos pobres. Logró mantenerlos a salvo cosiéndolos en el interior de sus prendas de vestir.

Las fotos de Vishniac en los shtetl y guetos no son un ejemplo de técnica depurada o instinto. Casi todas responden a los dictados de la propaganda y muestran una sola cara de la realidad, la trágica y oscura. Esta circunstancia, muy criticada, les ha restado mérito entre la crítica, a cuyo resquemor ayudaron con creces las declaraciones del fotógrafo ("mi único interés está en mis ancestros") y su declarada militancia en el sionismo, la doctrina ultrancionalista y excluyente que emergió entre los judíos de Europa desde finales del siglo XIX y que ha dado pie a las agresiones bélicas de Israel durante las últimas décadas contra Palestina y otros estados vecinos.

Imágenes inéditas

Roman Vishniac Rediscovered, en cartel hasta el 5 de mayo de 2013, presenta no solamente las polémicas imágenes de propaganda del fotógrafo, sino imágenes inéditas que han emergido tras la clasificación del archivo de Vishniac, donado por los herederos de este al ICP. En la selección hay un centenar de diapositivas de microfotografías científicas, digitalizadas por primera vez.

"Reponer las icónicas fotos de Vishniac en Europa del Este y relacionarlas con la tradición del documentalismo social e introducir nuevos cuerpos de trabajo hasta ahora desconocidos hacen que esta exposición otorgue a Vishniac  la condición de maestro", dice la comisaria de la muestra, Maya Benton.

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