Fotos que transforman la comida en un viaje al centro de la Tierra

  • La artista tunecina Nadège Mériau juega con la textura y el color de calabazas, sandías, chocolate, trozos de pollo...
  • Combina "lo visceral y lo sublime" con visiones cálidas del interior de la comida que recuerdan a las entrañas de un mamífero o al nido de un ave.
  • No usa lentes de aproximación: introduce la cámara en el alimento y juega con la profundidad de campo y las escalas para desorientar al espectador.
Una calabaza fotografiada por Nadège Mériau, artista tunecina residente en Londres
Una calabaza fotografiada por Nadège Mériau, artista tunecina residente en Londres
Nadège Mériau
Una calabaza fotografiada por Nadège Mériau, artista tunecina residente en Londres

Las calabazas, las sandías, los trozos de pollo o la tarta de chocolate se convierten tras la cámara de Nadège Mériau (Cartago-Túnez, 1968) en territorios extraterrestres, cuevas milenarias, hogueras apagadas y superficies volcánicas.

Amante de la biología y los procesos de descomposición, en su acercamiento heterodoxo a la fotografía de comida, la artista tunecina residente en Londres crea imágenes que combinan "lo visceral y lo sublime" . Permite al espectador contemplar visiones cálidas y recogidas desde el interior de los alimentos, como si fueran las entrañas de un mamífero o el nido de un ave, en un viaje al centro del comestible.

Tiende a escoger comida con connotaciones simbólicas y políticas como el pan, el chocolate o la patata, aunque tampoco desperdicia las posibilidades creativas de una jugosa sandía o una sugerente carne. Mériau se centra en el material, en su color y textura; introduce sus manos en el alimento que va a retratar y escarva "como un animal crearía su madriguera". Después explora "la estructura comestible" mirándola a través del objetivo de su cámara de gran formato.

El dios azteca del cacao

No utiliza lentes de aproximación, se adentra todo lo posible en las migas de la hogaza o el agujero de la fruta. Sólo se permite la licencia de jugar con la profundidad de campo y las escalas para desorientar al espectador.

A veces, el procedimiento le trae sorpresas, como en Offering (Ofrenda), la obra en la que fotografía una masa informe de cacao con partes derretidas: "Cuando trabaja en ella pensaba en la historia del chocolate, en cómo los aztecas lo mezclaban con su propia sangre y ofrecían la poción sagrada al sus dioses en los rituales (...) Sólo cuando vi la foto descubrí la cara que se forma al fondo de la cueva, que me recordó a Ek Chuah, el dios del cacao".

Lo que percibe el espectador no tiene mucho que ver con el apetito. Mériau destaca que muchos de los que observan las imágenes se muestran divertidos al principio y después se percantan de los detalles que hacen que cualquier tipo de comida parezca extraterrenal, cavernoso y desconocido. La sonrisa suele ser el reflejo natural, "aunque algunos también encuentran las fotos amenazantes e incluso repulsivas", matiza la artista.

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