«Es un trauma para los niños, ya que nos ven entrar en clase y luego lloran cuando nos volvemos a marchar. ¿Esto es integración?», denuncia una de las madres.
Los profesores tienen en cada clase 25 alumnos, por lo que no pueden prestar la atención más individualizada que necesitan estos niños con problemas. «Ellos no dan abasto y nuestros hijos están desatendidos», denuncian.
Nunca llega
La dirección del centro les asegura que ya solicitaron un monitor a Educación hace unos años. Nunca ha llegado.
Desesperados, han planteado incluso contratar a uno privado. Pero hay un gran inconveniente: no es legal. Por ello, los padres van a comenzar a recoger firmas e, incluso, se manifestarán ante Educación si la Junta no accede a poner el monitor.
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