De ayuno y abstinencia con Ali

Hace 13 días comenzó el ramadán, así lo vive en Sevilla el tunecino Ali.
Ali Saidi Saidi lee el Corán en el rincón más musulmán de su casa(Aníbal González).
Ali Saidi Saidi lee el Corán en el rincón más musulmán de su casa(Aníbal González).
Ali Saidi Saidi lee el Corán en el rincón más musulmán de su casa(Aníbal González).
Tiene 31 años y es uno de los seis tunecinos que viven en Sevilla (sólo hay 950 en España). Este mes, Ali Saidi Saidi y su mujer, Fátima, una sevillana convertida al islam, celebran el ramadán.Durante un mes, Ali se levanta a las 6.30 de la mañana, única forma de asegurarse que habrá comido lo suficiente antes de que comience el ayuno, a las 6.55 h. Desayuna bien, «para tener fuerzas durante todo el día», me explica. Toma gofeo con leche, revuelto de huevos y un yogur. Hasta que se ponga el sol no podrá volver a probar bocado y de beber, ni agua.

Si se restringen las necesidades básicas, de los placeres ni hablamos. No puede fumar, tener relaciones sexuales... «Nada de critiqueos ni malos pensamientos», dice. Ni siquiera besar a una mujer, por lo que me saluda a mi llegada dándome la mano.

Sobre una alfombra, Ali practica el salah, orar mirando a La Meca cinco veces al día. Si le toca trabajar (es celador en una clínica sevillana), atrasa o adelanta la oración. «Si trabajo de ocho a tres, el rezo de las 14.30 lo hago al llegar a casa». A las 20.10 rompe el ayuno con dátiles y leche. Luego, a la Mezquita de la Macarena para orar una hora. Al llegar, por fin, a casa, pasadas las 11 de la noche, cena como cualquiera día: chuleta de cordero y ensalada.

Para Ali es tiempo de alegría. «No me cuesta ayunar, lo hago para estar más cerca de Alá». Al final del ramadán dará dinero a los pobres (zakat), otra de las tradiciones de este mes de fiesta. ¿Su sueño? Lo tiene claro: «Peregrinar a la Meca».

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