Inventar no siempre es de locos

Las claves:
  • Una buena idea puede convertirse en un producto rentable.
  • Para ser inventor, lo mejor es tener paciencia e ingenio.
Ser inventor, más que una profesión, se puede considerar una vocación o una pasión.
No existe una titulación oficial que nos capacite y acredite como tales, pero es una disciplina a la que podemos acercarnos desde casi cualquier rama del conocimiento. Lo más importante de la vida del inventor es la creatividad. Si no somos innovadores y, en cierto modo, visionarios, es difícil que consigamos hacernos un hueco en este mundo.

También, según los expertos, es importante tener una mínima base teórica. Lo más común es tener cierta destreza en electrónica y algo de física elemental, con los que podemos crear pequeños aparatos que en algún caso son útiles.

Asimismo, dependiendo del nivel que se desee tener a la hora de inventar, se tienen que ampliar los conocimientos. Las carreras de ciencias, como matemáticas, biología, físicas, química o industriales, son los mejores aliados del inventor, porque a mayor sabiduría sobre diferentes materias, mayor es el universo de elementos que podemos crear.

Ganarse la vida como inventor es bastante difícil, a menos que creemos uno de esos artilugios que llenen los hogares de medio planeta. El enrevesado mundo de las patentes y el mal aprovechamiento de las mismas hace que, de todas las registradas cada año, sólo un 3% vean la luz y sean verdaderamente rentables.

Vivir de los inventos es sólo posible para unos pocos; aunque, con una buena idea y un correcto asesoramiento, protección y gestión, el sueño puede terminar por hacerse realidad.

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