
Podían ser habitaciones completas o vitrinas: los gabinetes de curiosidades atesoraban objetos insólitos, únicos y deseados, testimonios de la singularidad del mundo: el pico de un tucán, geodas, pinturas, grabados de historia natural, esqueletos, corales, nidos de pájaros, fetos con malformaciones... Los reyes y los nobles solían ser los propietarios de las reliquias, muchas procedentes de países remotos que los viajeros y los exploradores adquirían en sus misiones patrocinadas.
El museo estadounidense Nelson-Atkins, en Kansas City (Missouri), expone a partir del 12 de septiembre Cabinet of Curiosities: Photography & Specimens (Gabinete de curiosidades: fotografía y especímenes), una muestra que rinde homenaje a las colecciones enciclopédicas del siglo XVI y XVII, minimuseos con aire exótico y extraordinario que los más afortunados podían permitirse el lujo de tener.
En una exploración de lo fascinante e inusual, la exposición recrea el collage de impulsos visuales que invadía los sentidos de quien entraba en una de esas salas atestadas de objetos.
Entre truculenta e instructiva
La imagen microscópica de un ácaro y de un copo de nieve contrastan con la de una captura telescópica de la Luna, los extraños ejemplos de radiografías, los esqueletos de animales y los dientes extraídos que pertenecieron al fondo personal de Pedro I de Rusia (1672-1725) aportan a la galería una atmósfera entre truculenta e instructiva.
Con la recreación del gabinete, el museo indaga en el interés que siempre tuvo el ser humano en coleccionar y enfatiza la relación de la fotografía y la ciencia con ejemplos de imágenes desde los comienzos de la fotografía hasta ahora.
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