Fue un rara avis, uno de esos creadores que no encajan en escuela alguna y, por su fortísima personalidad, escapan a los movimientos, los estilos y las definiciones. Pese a no haber pasado a la historia del arte como un la condición de ineludible, el alemán Max Klinger (1857-1920) fue reconocido por otros artistas como un pionero.
El italiano Giorgio de Chirico, uno de los más influyentes pintores de comienzos del siglo XX, dijo que Klinger, a quien consideraba el maestro inspirador de sus paisajes de pesadillas metafísicas, era "el genio de lo estrafalario". Los surrealistas también percibieron en el alemán los antecedentes del automatismo y el absurdo que ellos mismos explorarían. Su huella es palpable en Paul Klee y en los collages de Max Ernst.
Primera antología completa
El Musée d'Art Moderne et Contemporain (MAMCS) de Estrasburgo (Francia) ha reunido por primera vez todos los grabados de Klinger, que sentía especial predilección por esta técnica expresiva. Le théâtre de l'étrange (El teatro de lo extraño), que estará en cartel hasta el 16 de septiembre (entradas, de 3,5 a 7 euros), es la primera antología completa de las doscientas obras del simbolista.
Klinger, que vivió diez años en Roma y siempre afirmó que el Renacimiento y la pintura de Goya eran sus primeras referencias, ilustró la muerte, las pesadillas y el maremágnum del inconsciente en chocantes escenas que a veces procedían, según afirmaba, de sueños. Los grabados parecen situados en un universo atemporal y paralelo, donde la mitología y el presente conviven en una dramática contemporaneidad poblada de monstruos y apariciones.
Munch y Kubin
Entre 1878 y 1915, Klinger elaboró catorce series de grabados, a los que denominaba opus —adoraba la música, sobre todo de Brahms—, en los que hay elementos comunes a otros simbolistas, en especial Edvard Munch y Alfred Kubin. El MAMCS es propietario de once de las series y las otras tres han sido cedidas por otras instituciones.
El artista alemán fue también un destacado escultor. Es muy conocido su torso de mármol de Beethoven, realizado en 1902, que fue expuesto en la gran exposición de la Secesión de Viena del mismo año.
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