A primera hora: clases de montar avioncitos de plástico en la cama de los abuelos. A segunda: carrera de cochecitos en el salón. Gimnasia en el parque de al lado de casa. Dibujo de muñecos con ceras. Y, en el recreo, un capítulo de la Pantera Rosa. La vuelta al cole de Christian P. N., de cuatro años, no ha sido como la de los demás niños. A este pequeño de Carabanchel le tocó plaza en el colegio Perú: a tres paradas de Metro de casa, con transbordo y paseo incluido.
Una distancia que para sus abuelos, con los que vive, es insalvable. "Tenemos problemas de salud y nos resulta imposible llevarle hasta allí", dice María, su abuela.
No supimos a qué colegio iba hasta agosto
"Su madre tampoco puede: se va a trabajar a las 6.30 h. Así que llevamos desde principios de mes pidiendo un cambio de colegio y con Christian en casa".La situación del pequeño podría tener su origen en un despiste. "La familia no pidió el cambio de cole cuando debió hacerlo, antes de verano, en el plazo establecido para ello", explica una portavoz de la Comunidad. "No supimos a qué colegio iba hasta agosto", se defiende la abuela.
En los próximos días, el niño podrá volver al cole: tras conocer el caso a través de 20 minutos, la Comisión de Escolarización le ha encontrado plaza en un centro cerca de casa. Christian sonríe aliviado: "Quiero aprender las letras".
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