Ante semejante avalancha, los responsables de seguridad cerraron a las diez de la noche el acceso a las filas porque se calcula que al final serán necesarias 24 horas para llegar a la basílica vaticana.
Calor y lipotimias
Estos cientos de miles de personas continúan bajo el calor, los empujones y el cansancio, casi sin poder moverse, ir a un cuarto de baño, comprar alimentos o salir a un lugar despejado.
Las lipotimias, deshidrataciones y bajadas de tensión y de azúcar son frecuentes. Los servicios italianos de Protección Civil tratan de paliar las molestias de los peregrinos, a quienes surten de agua embotellada, café, té o chocolate. Y piden a los vecinos de la zona que ayuden a los congregados. El Ejército ha tenido que intervenir para controlar la situación. El Ayuntamiento cortó el tráfico rodado en varias calles y plazas, invadidas por fieles.
Se han quedado muy cortos
Las previsiones de los organizadores se están quedando cortas y ya se habla de que se superarán con creces los dos millones de visitantes calculados inicialmente, hasta el punto de que el prefecto (delegado del Gobierno) de Roma, Achille Serra, ha apuntado la cifra de cuatro millones de peregrinos. Miles de personas de Protección Civil, bomberos, Cruz Roja, voluntarios y vecinos se están volcando para ayudar a los visitantes.
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