Las pruebas periciales no demuestran que el hostelero de Santillana disparara al suelo

Las pruebas periciales no demuestran que el hostelero de Santillana del Mar disparara al suelo cuando mató con una escopeta a un ladrón e hirió a otro mientras estaban robando en su mesón.
Juicio Del Hostelero De Santillana Del Mar
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EUROPA PRESS
Juicio Del Hostelero De Santillana Del Mar

Las pruebas periciales no demuestran que el hostelero de Santillana del Mar disparara al suelo cuando mató con una escopeta a un ladrón e hirió a otro mientras estaban robando en su mesón.

Según manifestó este jueves el acusado, Ángel G.O., en el juicio por homicidio que se celebra en la Sección Tercera de la Audiencia Provincial con jurado popular y que se prolongará hasta el día 8, no pretendió herir a los ladrones "en ningún momento" y su intención fue "tirar al suelo".

Sin embargo, en la sesión de este viernes, los peritos no han podido determinar si realmente disparó al suelo o no hizo. En este sentido, dos expertos en balística de la Guardia Civil han afirmado que los dos proyectiles que les remitieron para su análisis "no presentan signos de rebote".

Además, un perito de la defensa ha señalado a preguntas de la acusación particular que los perdigones no estaban deformados y "cuando no hay huella de deformación significa que no rebotó".

Tampoco se ha podido determinar si, como sostiene el hostelero, uno de los ladrones avanzó unos pasos hacia él, lo que le hizo disparar, o si, como mantiene la Fiscalía, la víctima, G.S.S., de 33 años y nacionalidad rumana, se encontraba agachada recogiendo monedas de la máquina tragaperras cuando recibió el impacto mortal.

Así, las dos forenses han declarado que sólo con las heridas no se puede demostrar la postura de la víctima, "sólo que estaba de pié", "frente al foco del disparo" y que es "compatible" con un disparo bajo que estuviera agachado o arrodillado. Lo que sí han asegurado es que tanto el fallecido como el herido fueron alcanzados por los perdigones a más de diez metros.

Sin embargo, los peritos de balística han declarado que la víctima estaba "agachada", "muy próxima a la puerta", "mirando hacia el lugar de donde procedía el disparo", que se produjo a una distancia de 17 metros.

La defensa también ha tratado de demostrar que Ángel G.S.S. disparó desde la cadera, es decir, sin apuntar con precisión. Aunque las pruebas en poder de la Guardia Civil no pueden determinar la forma de apuntar de la escopeta, "si fue hacia abajo o hacia el medio", es "compatible" que los disparos se realizaran a la altura de la cadera, han afirmado.

A preguntas del fiscal, los agentes han explicado que la escopeta que utilizó el hostelero, una semiautomática de caza del calibre 20, con capacidad para cuatro cartuchos, se carga automáticamente y no hay ningún elemento exterior que permita distinguir si hay o no un cartucho en la recámara. El acusado declaró el jueves que además del cartucho que cargó cuando oyó a los ladrones, había otro en la recámara, pero él no lo sabía porque el vecino al que le había prestado la escopeta la devolvió recientemente.

Igualmente han indicado que los cartuchos empleados por el hombre están recomendados por el fabricante para cazar animales como zorros y en respuesta a la defensa han afirmado que de las tres escopetas que tenía el hostelero, la que utilizó en el robo era "la de menor peligro potencial", al ser la de menor calibre.

21 ORIFICIOS

Por su parte, las forenses han presentado el informe de la autopsia, que determina que la causa de la muerte del atracador fue un sangrado masivo. El hombre presentaba 21 orificios de entrada de perdigón, diez de ellos en el tórax, además de otros en la cara, cuello, muñeca, mano, brazo, abdomen y muslo, así como dos erosiones en la oreja y el hombro.

Las lesiones que le produjeron la muerte son las que afectaron a ambos pulmones y al corazón, siendo "potencialmente mortal" la herida que presentaba en la aorta.

Mientras, el ladrón que resultó lesionado, A.C., tenía nueve orificios de entrada de perdigones, todos superficiales, seis de ellos en la paletilla, uno en el brazo, otro en el codo y el último en el antebrazo. Ninguno produjo lesiones graves.

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