Las caras de varias generaciones se reunen e ilustran en conjunto las leyes de la genética. La familia Smith se congrega en el salón de una vivienda unifamiliar escocesa, los Shimada se muestran en un jardín japonés, los Richter posan en una elegante sala de estar alemana y los Hirose se sientan al completo en un sofá.

Todos, por indicación del fotógrafo, miran fijamente a la cámara. Entre cada uno de los integrantes de las unidades familiares hay lazos obvios —el parecido físico derivado de las leyes genéticas— y otros más ténues: la forma de mirar, el gesto, la postura, el lenguaje del cuerpo, la forma de vestir, el parecido que va más allá de lo físico y alcanza casi un grado espiritual...

La National Portrait Gallery de Londres se adentra en la intimidad del hogar y descubre tres obras de la serie del fotógrafo alemán Thomas Struth (Geldern, 1954), que explora las relaciones humanas con instantáneas de familias retratadas en sus casas.

El museo repasa el poder del retrato en la obra de Struth como complemento al reciente encargó que el artista recibió para fotografiar a Isabel II y su marido el Duque de Edimburgo con motivo del jubileo de la reina. La obra fue presentada al público como parte de la exposición itinerante The Queen: Art and Image (La Reina: arte e imagen), que ahora se expone en la National Portrait Gallery hasta el 21 de octubre.

El interés de Struth por las familias comenzó a mediados de los años ochenta y la serie continua creciendo en la actualidad. Comenzó a fotografiarlas a raíz de su experiencia personal con los álbumes familiares, vistos por el artista como un compendio de  información sobre un conjunto de individuos conectados en un contexto.

En el espacio común cada persona se forja una apariencia y una personalidad propias. Los modelos componen la foto libremente, situándose a su libre albedrío, dando pistas sobre la naturaleza de las relaciones entre ellos.