La basílica de San Pedro, donde se instaló el cuerpo sin vida del Papa, permaneció el lunes abierta durante toda la noche, salvo una hora antes de la madrugada, en que se cerró para proceder a su limpieza. Antes del alba, cerca de medio millón de personas esperaban para dar su último adiós a Karol Wojtyla, en una fila a la que se unió durante la mañana un mar de gente que abarrotó la vía de la Conciliación –que conduce al Vaticano– y las inmediaciones.
Para encauzar las filas, las autoridades han colocado un recorrido vallado y mantienen una estrecha vigilancia, mientras que grupos de voluntarios reparten de forma gratuita botellines de agua entre quienes esperan.
Por los altavoces de la plaza de San Pedro suena música solemne, interrumpida de tanto en tanto por una plegaria en latín, y a través de varias pantallas gigantes, instaladas en la vía de la Conciliación, se ve lo que ocurre en el interior de la iglesia. El ambiente en la espera es de mucha emoción y se alternan las lágrimas con los aplausos.
El ritual vaticano establece que la capilla ardiente , instalada en la nave central del templo, permanecerá abierta durante tres días y tres noches, por lo que sus puertas se cerrarán el jueves, un día antes del funeral que se celebrará el viernes a las 10.00 h.
Se refuerza la vigilancia policial
La enorme afluencia de gente y la llegada inminente de mandatarios de todo el mundo han llevado a la zona a 3.000 policías y carabineros, con perros adiestrados. Además, en la entrada a la basílica otros 120 policías vestidos de paisano se relevan cada 6 horas.
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